sexta-feira, 27 de março de 2009

EE.UU. perdería influencia en América Latina

Marcelo Galli
AméricaEconomía

Estudiando las relaciones externas de Brasil con Argentina y Estados Unidos, el cientista político e historiador Luiz Alberto de Vianna Moniz Bandeira no cree, como algunos especialistas, que los estadounidenses están dejando a América del Sur al cuidado de Brasil, teniendo en cuenta el liderazgo no ejercido por el país en la región. “Muchos cometen errores en sus análisis porque desconocen la historia y sólo ven la coyuntura. Lo que ocurre es que Estados Unidos hace tiempo que está perdiendo su supremacía en la región, a la cual Brasil siempre consideró como su área de influencia.”

Según Bandeira, desde los tiempos de Barão Rio Branco, patrono de la diplomacia nacional, en el siglo XIX Brasil consideraba a las Américas como una especie de condominio, en el cual el país ejercería, libremente, una influencia sobre la parte austral, mientras que Estados Unidos mantendría bajo su tutela el Norte, Centro y el Caribe.

Para el experto, la aplicación de tarifas sobre el etanol brasileño por parte del gobierno estadounidense es sólo una de las divergencias, y que difícilmente perjudicarían la relación entre las dos mayores economías del continente. Por otro lado, “hay muchos temas de interés común, y en ese sentido su relación confluye y fluye de forma normal”, afirmó.

Sobre las divergencias entre Brasil y Argentina de las últimas semanas por la adopción de medidas proteccionistas por parte de su principal socio comercial, el cientista político minimiza sus impactos: “Brasil y Argentina forman una comunidad. No existe un proceso de integración económica que sea lineal, sin choques y desavenencias. Eso ocurrió incluso en la Unión Europea”.

Autor de decenas de libros, Bandeira es actualmente cónsul honorario de Brasil en Alemania.

- ¿Cómo cree usted que será la relación político-diplomática de Estados Unidos con Brasil en el gobierno de Barack Obama en los próximos años?

Brasil y Estados Unidos, sea quien sea el presidente, van a mantener una relación estrecha. Existe un interés recíproco entre los dos países que constituyen las dos mayores masas geográficas, demográficas y a pesar de la asimetría, económicas del hemisferio. Este dato cartográfico genera la necesidad de que los dos países se entiendan. Ninguno puede prescindir del otro. Las relaciones con Estados Unidos presentan fundamental importancia en la política exterior de Brasil. Naturalmente, existen grandes convergencias y también grandes divergencias, en varios temas, porque lo que le conviene a Estados Unidos no siempre le conviene a Brasil. Sin embargo, Brasil no tiene por qué someterse a la hegemonía de Estados Unidos ni ser su sirviente en sus políticas.

- En un supuesto cambio de gobierno, por ejemplo, si vuelve el PSDB al poder, ¿habría un cambio de postura, en su opinión, por el lado brasileño, en relación al país del norte?

Sea cual sea el presidente o el partido que llegue al gobierno de cualquiera de los países, existe un interés recíproco en mantener una estrecha relación y cooperación sea como sea. Lo que podría suceder es un cambio en el énfasis de uno u otro tema, pero no será alterada la postura de Brasil, que tiene sus propios intereses nacionales, muchas veces contrarios a los de Estados Unidos, lo que no impide que los dos países mantengan buenas relaciones. Lo fundamental es que haya respeto por su soberanía nacional.

- ¿Cree usted, como piensan algunos especialistas, que Estados Unidos está dejando a América del Sur al cuidado de Brasil, teniendo en cuenta el liderazgo no ejercido por el país en la región?

Muchos supuestos especialistas, entrevistados por la prensa, cometen errores en sus análisis porque desconocen la historia y sólo ven la coyuntura. Lo que ocurre es que Estados Unidos hace tiempo está perdiendo su supremacía en la región, a la cual Brasil siempre consideró como su área de influencia. Barão Rio Branco, haciendo crecer una tendencia latente en la diplomacia del Imperio, consideraba a las Américas como una especie de condominio, en el cual el país ejercería, libremente, una influencia sobre la parte austral, mientras que Estados Unidos mantendría bajo su tutela el Norte, Centro y el Caribe.

El análisis de una coyuntura política, sin una perspectiva histórica, es sólo para impresionar, ya que el mejor método para comprender un fenómeno es saber como empezó.

- ¿El tema del etanol sería la principal traba en la relación de los países? ¿Qué otros aspectos que podrían traer problemas en la relación de los dos países destacaría usted?

El tema del etanol no constituye una traba en las relaciones de los dos países. Es sólo una de las divergencias, que son inevitables, pero no se puede hablar de problemas entre los dos países. Existen muchos temas de interés común, y ahí sus relaciones confluyen y fluyen, de forma normal. Los dos países quieren mantener relaciones maduras, reconociendo y respetando las diferencias y contradicciones de sus intereses nacionales. De ahí el buen entendimiento que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva mantuvo con el presidente George W. Bush, a pesar de sus divergencias y críticas a la política exterior de Estados Unidos, como sucedió con la guerra de Irak y en otras ocasiones.

- ¿Y qué sucede con Argentina y su relación con Brasil? Ante los problemas comerciales y políticos recientes, ¿cuál sería el futuro de la relación entre los principales miembros del Mercosur y su influencia en el futuro del bloque?

Brasil y Argentina forman una comunidad. Así fue desde el inicio de la colonización. A Brasil no le interesa una Argentina sin um parque industrial. Volver a su proceso de industrialización es fundamental. Una economía fundamentalmente agrícola no ofrece un gran mercado para la absorción de los productos brasileños. La integración de las cadenas productivas de los dos países es absolutamente necesaria. De cualquier forma, cuando dos países mantienen relaciones económicas y comerciales estrechas, como Brasil y Argentina, es natural que siempre haya divergencias y contradicciones. No existe un proceso de integración económica que sea lineal, sin choques y desavenencias. Eso ocurrió incluso en la Unión Europea, desde la creación de la Comunidad Europea de Carbón y Acero, que se transformó después en la Comunidad Económica Europea.

- ¿Existió divergencia al comenzar el proceso de integración europea?

Estudio ese desarrollo desde 1950 y recuerdo perfectamente las divergencias que hubo entre Francia y Alemania, entre Inglaterra y Francia, etc. Actualmente, muchos desacuerdos aún se mantienen dentro de la Unión Europea. El euro no fue adoptado por todos los países, la propuesta de Constitución fue rechazada en los plebiscitos de Holanda y Francia, e Irlanda rechazó el Tratado de Lisboa, generando una grave crisis política y dudas sobre la futura gobernabilidad de la Unión Europea.

- ¿Cree usted que, a pesar de la crisis, la turbulencia sería un elemento que de alguna forma podría acercar más a Brasil y Argentina?

Argentina es el principal socio económico y comercial de Brasil, la primera prioridad en su política exterior. Los países están cerca, económicamente vinculados, y sus posiciones ante la crisis global coinciden. Y, como dijo el presidente Lula, los dos países asistirán a una reunión del G20 con más autoridad y moral que los países ricos.

- ¿Cree usted que Brasil está en el camino correcto para llegar a ser una potencia? ¿O corre el riesgo de cometer los mismos errores del pasado quedándose en la historia, teniendo en cuenta el despertar de otras naciones emergentes?

No tiene sentido decir si Brasil está en el camino correcto o no. Tampoco sé cuáles son los errores del pasado y cuándo Brasil “se quedó en la historia”. Brasil fue una potencia regional en el siglo XIX, tanto que, en 1854, el diplomático Martin Maillefer, embajador de Francia en Montevideo, puso el nombre de “Rusia tropical” al país, y dijo que tenía “la ventaja de la organización y perseverancia en medio de Estados problemáticos y mal constituidos dentro de América del Sur”. Aunque durante la primera mitad del siglo XX Argentina estuvo a su nivel, Brasil nunca dejó de ser una potencia regional.

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