domingo, 3 de maio de 2009

Panamá se pasa a la derecha

Página 12

Después de cinco años del popular gobierno de Martín Torrijos, el hijo del mítico general Omar Torrijos que nacionalizó el canal y se enfrentó a Estados Unidos, el centroizquierda centroamericano podría perder un importante aliado.

Panamá elegirá hoy a su presidente y, esta vez, el giro podría ser hacia la derecha. Después de cinco años del popular gobierno de Martín Torrijos, el hijo del mítico general Omar Torrijos que nacionalizó el canal y se enfrentó a Estados Unidos, el centroizquierda centroamericano podría perder un importante aliado. El empresario multimillonario Ricardo Martinelli se perfilaba ayer como el favorito en las urnas, con una intención de voto del 50,2 por ciento. Hace un año hubiese sido impensado un cambio de color político en Panamá, pero en los últimos meses el oficialismo cayó hasta un 38 por ciento, víctima de una campaña mediática contra su candidata, Balbina Herrera, y su militancia durante la dictadura de Manuel Antonio Noriega.

A pesar de la ansiedad que se respiraba ayer en la capital y los alrededores, el clima era tranquilo y sin grandes sobresaltos. La ciudad quedó empapelada con meses de propaganda electoral y alguna que otra camioneta circulaba despacio por las avenidas recordando las cualidades de uno de los dos principales candidatos. Más de 2,2 millones de panameños descansaban y disfrutaban el fin de semana largo antes de ir a las urnas para elegir no sólo a los próximos presidente y vicepresidente, sino también las 71 bancas del Congreso Nacional, las 20 del Parlamento Centroamericano que corresponden a Panamá, 75 alcaldes y 650 concejales.

La llave del resultado la tendrá la capital y las populosas localidades que la rodean, como la Chorrera, Arraján y San Miguelito, donde se encuentra la mitad de los votantes del país. En esa región, urbana por excelencia, los temas centrales son la creciente inseguridad, el temor a los efectos de la crisis económica internacional en una nación con casi el 30 por ciento de pobres y el colapso del sistema de transporte metropolitano.

Para todos esos problemas, el favorito del momento, el empresario Martinelli, tiene una misma respuesta: “Terminar con los políticos de siempre”. Con 57 años recién cumplidos y una imagen de padre preocupado por el futuro de sus hijos, el dueño de la principal cadena de supermercados del país promete poner fin a la corrupción, garantizar una jubilación digna para todas las personas mayores de 75 años, becas universitarias, un subte “del primer mundo” y un tercer punto sobre el gigantesco Canal que une el Océano Pacífico con el Atlántico.

Según repitió hasta el cansancio durante la campaña el enfrentamiento izquierda y derecha ya no existe. Sin embargo, también dejó en claro que todo lo que huela a izquierda, como los presidentes de Cuba y Venezuela, Raúl Castro y Hugo Chávez, le revuelve el estómago.

La promesa de cambio de Martinelli y sus esfuerzos por “terminar con la década perdida de la izquierda” no se impusieron en medio de una crisis de legitimidad del actual gobierno o como consecuencia de una profunda recesión. El presidente Torrijos dejará la presidencia con una popularidad del 57 por ciento y, a pesar de la dependencia económica con Washington –la economía panameña está dolarizada–, el país no dejó nunca de crecer y este año lo hará entre un tres y cinco por ciento.

Ninguno de estos logros, ni la aprobación de la ampliación del Canal de Panamá, en la que se invertirá más de cinco mil millones de dólares y dará empleo a miles de trabajadores, ayudó a la candidata oficialista Balbina Herrera. A diferencia de su rival, es una experimentada militante política y funcionaria. A finales de los setenta se unió al Partido Revolucionario Democrático (PRD) del general Torrijos y para mediados de los ochenta asumió su primer cargo importante, como alcaldesa del populoso distrito de San Miguelito, designada por el dictador Noriega, preso hoy en Estados Unidos por narcotráfico.

Según coinciden los analistas locales, muchos panameños no le perdonan su participación en la dictadura ni su férrea defensa de Noriega en la víspera de la invasión norteamericana en 1989. Pero la ingeniera agrónoma de 54 años y tez morena prometió una elección peleada, y recordó que fueron los empresarios panameños los que hicieron los negocios y amasaron sus fortunas gracias a Noriega.

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