terça-feira, 19 de maio de 2009

Hasta siempre Mario Benedetti

Página 12

Su muerte, en un domingo tormentoso y gris, sacudió a Montevideo, y se amplificó con la inmediatez propia de estos tiempos por todo el mundo de habla hispana. La obra de Mario Benedetti formó parte de la memoria colectiva del pasado reciente de Uruguay, y así lo demostraron las incontables demostraciones de cariño espontáneas de los miles que quisieron estar cerca en la despedida final. El cuerpo amortajado del escritor yacía ayer en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo uruguayo, donde se montó una capilla ardiente. Durante todo el día desfilaron por allí figuras del gobierno, la política, el arte y la cultura, y cientos de admiradores anónimos, para rendir tributo al más prolífico de los autores uruguayos.

En Uruguay las banderas permanecieron ayer a media asta, luego de que el gobierno decretara duelo nacional por la muerte del autor de La tregua. “Una persona como Mario nunca muere, se siembra”, dijo el presidente Tabaré Vázquez tras visitar la capilla ardiente para rendir tributo a Benedetti. Vázquez llegó al velatorio junto al vicepresidente Rodolfo Nin Novoa, saludó a los deudos y permaneció quince minutos parado frente al féretro. Los cables de noticias consignan que las puertas del Palacio Legislativo permanecieron abiertas desde las nueve de la mañana hasta las diez de la noche en Uruguay, con una guardia de honor del batallón Florida del Cuerpo de Blandengues en la escalinata de la sede del Congreso. Ya a primera hora de la mañana, una veintena de personas desafió al frío y la llovizna esperando la apertura de la puerta principal del Palacio Legislativo.

En el imponente Salón de los Pasos Perdidos una alfombra roja llegaba hasta el féretro abierto, ubicado en el centro de la sala, bajo un trabajado vitral con el Escudo Nacional, rodeado de antorchas de bronce y numerosas coronas de flores. El espacio en el Palacio Legislativo estuvo dispuesto de manera tal que pudiera ofrecer privacidad a familiares y amigos del escritor, y también permitiera el último adiós de la multitud. Junto al féretro se vio al secretario de Benedetti, Ariel Silva, familiares y amigos íntimos del escritor, como el cantautor Daniel Viglietti, quien musicalizó sus poemas y realizó espectáculos en los que Benedetti recitaba sus propios versos.

“El corazón de muchos hoy llora, déjenme decirles que el mío también. Pierdo a un maestro, a un ejemplo, a un entrañable compañero del camino, también en lo artístico”, dijo Viglietti. El cantautor resaltó “la calidad humana” y “el compromiso de siempre” de Benedetti “por la lucha con lo más justo, porque la humanidad sea más libre, más igualitaria”. Muchos otros colegas y amigos uruguayos expresaron públicamente su pesar. Eduardo Galeano, que ayer publicó en Página 12 un poema, a modo de despedida, recordó que en italiano el apellido del poeta significa “Benditos”. “Benditos sean los hombres y las mujeres honestos y generosos como él”, dijo, visiblemente emocionado, cuando los medios locales lo consultaron sobre la muerte de su amigo. “¿Qué puedo decir?”, preguntó con la voz entrecortada. “Parece una contradicción que no pueda usted, un maestro del lenguaje, encontrar las palabras para expresar el dolor por la muerte de Benedetti”, insistieron los periodistas. “No, porque yo no sólo soy enemigo de la inflación monetaria, sino también de la inflación ‘palabraria’”, explicó Galeano. “Y me parece que el dolor se dice callando.” Más tarde se hizo tiempo para una última reflexión: “El mundo nos obliga a desconfiar del prójimo, el prójimo es un peligro que nos amenaza. Pero Mario Benedetti creía en otro mundo posible, y era el raro caso de un escritor generoso que celebraba el éxito de los demás”.

El más prolífico de los escritores uruguayos murió el domingo en su casa de Montevideo, a los 88 años de edad, debido a una dolencia intestinal crónica que se fue agravando, y que lo obligó a ser hospitalizado en cuatro oportunidades durante el último año y medio. Integrante de la denominada “Generación del ’45”, había editado en septiembre pasado Testigo de uno mismo, escrito en verso, y en los últimos meses trabajaba en un nuevo libro de poesía que ya tenía título: Biografía para encontrarme.

Las patrias suplentes del poeta

Mario Benedetti será recordado no sólo por la obra que dejó, también por cierta luz personal especial, con la que en vida se ganó el reconocimiento de la amistad de numerosos colegas, entre ellos el del Premio Nobel portugués José Saramago, quien en la última crisis de salud del uruguayo impulsó una “cadena de poesía” mundial por su mejoría. Tras su muerte, las palabras de homenaje y recuerdo llegaron de varios países, entre ellos España, considerada una de las “patrias suplentes” del poeta, que vivió varios años exiliado en Palma de Mallorca y Madrid. Durante su exilio español, Benedetti publicó poemarios como Poesía trunca que no era. Poesía revolucionaria latinoamericana, y trabó amistad con una gran cantidad de artistas e intelectuales españoles. Finalizado su exilio, siguió pasando temporadas en territorio español, donde recibió premios tan importantes como el Reina Sofía de Poesía, en 1999, y el Menéndez Pelayo, en 2005.

“Vivo con la pena de perder a un amigo que no voy a poder volver a ver. Cuando regrese a Montevideo no lo voy a encontrar, y estos vacíos que me va creando la vida cada vez son más complicados de sobrellevar, a pesar de que uno entienda muy bien que el camino es éste y que no hay otro”, manifestó Joan Manuel Serrat, uno de los tantos españoles que lo lloraron públicamente. “Como diría Machado, fue un hombre en el mejor sentido de la palabra, un hombre bueno”, definió el catalán a su amigo. Serrat musicalizó versos de Benede-tti en el disco El Sur también existe, donde además del poema homónimo incluyó clásicos como “Una mujer desnuda y en lo oscuro”.

La condición de “español por adopción” de Benedetti fue ratificada por el presidente del gobierno de ese país, José Luis Rodríguez Zapatero, quien envió un telegrama de pésame a la familia de Benede-tti, en el que destacó “la confianza inquebrantable en el ser humano” que deja como legado el escritor uruguayo. “Su fallecimiento nos deja huérfanos de uno de los escritores que mejor ha entendido la fuerza transformadora de la literatura y su capacidad para cambiar el mundo. Benedetti ha conseguido que su voz sea la de muchos y que millones de personas nos hayamos reconocido en sus versos y en su lucha”, dice el telegrama. “Hoy es un día triste para todos los pueblos, y especialmente para aquellos que compartimos la lengua española. Desde España ya le añoramos con dolor.”

Durante la dictadura uruguaya Benedetti también vivió en Argentina, Perú y Cuba. Desde la isla también llegaron palabras de despedida de escritores, instituciones culturales, admiradores y medios de prensa, que recuerdan al uruguayo como un amigo de la Revolución Cubana. “Las letras lloran: ha muerto Benedetti”, tituló el diario oficial Granma su edición de ayer. La Casa de las Américas, donde Benedetti fundó en 1967 el Centro de Investigaciones Literarias, anunció un homenaje póstumo para hoy, presidido por su presidente, Roberto Fernández Retamar. Benedetti, que varias veces fue jurado del concurso literario de Casa de las Américas y también miembro de su Consejo de Dirección, vivió en Cuba en la segunda mitad de la década del ’60. En 1976 volvió como exiliado y se reincorporó al Consejo de Dirección de Casa de las Américas, y vivió en Cuba hasta 1980, cuando se trasladó a España.

El gobierno argentino también destacó el compromiso de Benedetti con la defensa de los derechos humanos, a través de un comunicado de la Secretaría de Derechos Humanos, que concluye con una transcripción del poema “Desaparecidos”, que el uruguayo dedicó a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, y a todos los familiares de desaparecidos durante las dictaduras argentina y uruguaya. El presidente venezolano, Hugo Chávez, también hizo su recordatorio público: “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos. Por eso, no decimos adiós, sólo hasta siempre a un compañero, camarada y amigo del mundo entero”, dijo en un comunicado, recogiendo un verso del cantautor venezolano Alí Primera. “Ni un solo minuto de silencio por Benedetti”, pidió Chávez. “Todos los millones de aplausos y cantos en honor a su ejemplo y obra.”

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