quarta-feira, 27 de outubro de 2010

Muerte de Néstor Kirchner deja un vacío de poder en Argentina



Soledad Gallego-Díaz
El País

La inesperada muerte del ex presidente Néstor Kirchner, víctima de un infarto masivo, abre muchas interrogantes en el panorama argentino, dominado desde hace casi ocho años por la fuerte personalidad de este político peronista, capaz de crear un movimiento que lleva su propio apellido: el kirchnerismo. Su esposa, la actual presidenta de la República, Cristina Fernández de Kirchner, hará frente ahora a un momento muy delicado, no solo en lo personal, sino también en cuanto a su propio papel político. Su mandato finaliza en 2011 y debe decidir rápidamente si continua durante estos meses con la línea de fuerte confrontación que venía desarrollando junto con su esposo, si realiza algunos cambios, y si quiere optar a la reelección o prefiere dejar paso a otro miembro del Partido Justicialista, que su marido controlaba muy directamente, pero que ella no domina. Le espera un calendario muy apretado, al que deberá hacer frente pese a su desolación personal y su dolor por la muerte de un compañero, con quien compartía, desde hace más de 35 años, no solo su vida conyugal y dos hijos, sino también un fuerte ideario y recorrido político.

Kirchner, de 60 años, falleció en su domicilio familiar en la ciudad de El Calafate, donde iba a ser censado, y estaba acompañado por su esposa cuando sufrió lo que sus médicos calificaron de "muerte súbita". Según las primeras noticias difundidas, sus restos mortales serán trasladados a Buenos Aires, para recibir honores de jefe de Estado en el salón de los Pasos Perdidos del Congreso de los Diputados, del que formaba parte. Otras fuentes señalan, sin embargo, que el sepelio íntimo se efectuará en el estado de Santa Cruz, en el que Kirchner fue gobernador y donde desarrolló buena parte de su carrera política.

El fallecimiento de Néstor Kirchner causó una verdadera conmoción en Argentina, que estaba, además, completamente paralizada para llevar adelante el importante censo poblacional. Obligados a permanecer en casa hasta las ocho de la tarde (una de la madrugada española), con cafés, restaurantes, tiendas y todo tipo de locales cerrados a cal y canto, millones de argentinos se pegaron a las radios, a las televisiones, a las versiones digitales de los diarios y a los teléfonos para conocer los detalles de lo ocurrido y expresar su inquietud y emoción.

Muchos de sus seguidores y admiradores anunciaron que saldrían a la calle en cuanto fuera posible para rendirle su homenaje y trasmitir apoyo a su viuda, Cristina Fernández. El político fallecido, que lideró la recuperación de Argentina tras la terrible crisis de 2001, contaba con un fuerte respaldo entre los sectores populares de la población, organizaciones de derechos humanos y todo tipo de movimientos cívicos y se prevé que a primeras horas de la noche todos esos sectores coincidan en la calle, en una especie de descarga emocional.

Los portavoces de la oposición se declararon inmediatamente "impactados" y transmitieron su pésame a Cristina Fernández. "Estamos a su disposición", dijo el radical Julio Cobos, que es vicepresidente de la Republica, aunque mantiene rotas sus relaciones con los Kirchner desde el llamado conflicto del campo.

La fuerte personalidad del ex presidente, embarcado siempre en mil batallas, le hizo rechazar los cuidados médicos que le proponían sus doctores y estar en primera línea hasta los últimos días. Asombró, por ejemplo, que al poco tiempo de sufrir un incidente coronario, el pasado mes de septiembre, apareciera en un mitin de las juventudes peronistas y que pocas semanas mas tarde acompañara a la presidenta en una enorme concentración sindical.

Posible fallecimiento del kirchnerismo

Con su muerte puede morir también el movimiento conocido como kirchnerismo, un importante sector peronista, que ocupa el poder desde 2003 y que ha protagonizado una considerable recuperación económica y social del país. Sus críticos, incluso algunos de quienes le acompañaron en sus primeros años, le han acusado siempre de basar ese crecimiento en un fuerte subsidio al consumo y en descuidar el fortalecimiento de las instituciones democráticas, así como de estar obsesionado por el control de los medios de comunicación. Sus partidarios, por el contrario, acentuaban el alcance de su política de derechos humanos y los mecanismos de protección social, como el aumento de las pensiones o la asignación universal por hijo, implantada durante el mandato de Cristina Fernández. El mundo de los negocios, molesto por lo que consideraba un fuerte intervencionismo directo de Kirchner y por la manipulación de datos estadísticos oficiales, reaccionó con calma (aunque en la bolsa norteamericana los bonos argentinos subieron más de un 10%).

Lo que es indudable es que Kirchner no abandonó la escena política cuando cedió en 2007 el bastón presidencial a su propia esposa, sino que ha mantenido hasta ahora una fuerte presencia e influencia. Como presidente del Partido Justicialista, Néstor Kirchner siguió representando una importantísima fuente de poder, con una versión autoritaria, hasta el extremo de que en muchas ocasiones fue criticado por "pasar por encima" de la presidenta y de que la oposición llegó a acusarse de actuar como una "pareja presidencial". Se suponía, incluso, que sería de nuevo candidato peronista para las presidenciales de 2011, aunque dos recientes incidentes vasculares coronarios empezaron a sembrar dudas.

Aunque es demasiado pronto para adelantar movimientos, esta claro que la desaparición de Néstor Kirchner cambia completamente el panorama, especialmente en cuanto al control del Partido Justicialista se refiere. Los peronistas se encuentran ya divididos, entre los llamados oficialistas o kirchneristas y los federales, muy críticos con lo que consideran giro populista de los Kirchner. Cristina Fernández debe demostrar, pues, no solo voluntad de seguir al frente, sino también imponer su control personal sobre el sector peronista que dominaba su esposo y que, quizás, este ya mirando a otros posibles candidatos. De hecho, desde el último incidente coronario de Néstor Kirchner, en septiembre pasado, muchos peronistas habían empezado a hablar de Daniel Scioli, gobernador de la poderosa provincia de Buenos Aires, y hasta ahora mismo amigo de la pareja Kirchner, como posible sucesor.

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