quinta-feira, 29 de setembro de 2011

Italia clama contra Silvio Berlusconi



Pablo Ordaz
El País


Silvio Berlusconi se siente una víctima, perseguido sin cuartel por la oposición, los fiscales y la prensa, pero cada día son más los que piensan que la única víctima es Italia. Después de conocer las últimas escuchas telefónicas practicadas al círculo cercano del primer ministro, la patronal y hasta la Iglesia han puesto el grito en el cielo. ¿Es lícito que Berlusconi, que hoy cumple 75 años, pueda hablar así de sí mismo y de su país?: “De mí pueden decir que follo, es lo único que pueden decir de mí, ¿está claro? Que me pongan los espías donde quieran, que me pinchen las llamadas, me la trae floja… Dentro de unos meses me piro a otro sitio, me voy de este país de mierda. Estoy desquiciado y punto”. Miles de manifestantes salieron a la calle para protestar por la intención del Gobierno de aprobar una ley que limite la utilización de las escuchas por parte de los fiscales y su publicación posterior en la prensa.

Ya no solo está en juego el poder de Berlusconi, sino la economía y hasta la moral de Italia. Dos de las voces que se han alzado en los últimos días, impactando de lleno en la línea de flotación del primer ministro, son las de Emma Marcegaglia, presidenta de la patronal de los industriales (Cofindustria), y la del cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal. Las palabras de Marcegaglia reflejan muy bien cómo las gracias de Berlusconi ya dejaron de tener gracia: “Ya estamos hartos de ser el hazmerreír de la comunidad internacional. Estamos cansados los emprendedores de ir al extranjero representando nuestros productos y ser acogidos con sonrisitas por culpas que no tenemos nosotros. Eso daña al orgullo nacional y a nuestra capacidad de exportación”. Y las del cardenal Bagnasco van incluso más allá: “Mortifica asistir a comportamientos no solo contrarios a la dignidad pública, sino también tristes y vacuos. Quien elige la militancia política debe ser consciente de la moderación, sobriedad, disciplina y honor que eso conlleva, como dice la Constitución. La colectividad mira con desconcierto a los actores de la escena política y la imagen del país en el extranjero queda peligrosamente afectada. La cuestión moral no es un invento mediático, sino algo muy serio”.

La última frase del cardenal tiene mucha importancia por cuanto los partidarios de Berlusconi intentan hacer pasar por simple chismorreo lo que la oposición, los fiscales y buena parte de la prensa considera mal gobierno. Ya no se trata tan solo de las estrambóticas canas al aire del primer ministro, sino de cómo se ha ido rodeando de una peligrosa cohorte de tipos de la peor calaña. De hecho, las últimas interceptaciones telefónicas que han trascendido se refieren a la investigación de la fiscalía de Nápoles contra Giampaolo Tarantini, al que acusan de extorsionar a Berlusconi.

Aunque en el juicio contra Tarantini, Berlusconi empezó siendo solo víctima de chantaje, los fiscales de Nápoles proponen que se investigue también al primer ministro ya por “inducción a proporcionar declaraciones falsas o a callarse”, un delito que puede conllevar penas de dos a seis años de cárcel. Sin embargo, todos los esfuerzos resultan baldíos. Berlusconi no parece dispuesto a dar el paso atrás que le reclama la oposición y ahora los industriales y hata voces acreditadas de la curia. “Si me quieren echar”, ha declarado, “que me presenten una moción de censura”. Por lo pronto, la calle ya lo ha hecho. Miles de manifestantes pidieron ayer en Roma su dimisión con motivo de una manifestación contra la ley mordaza. Fulvio Fammoni, portavoz del Comité para la Libertad y el Derecho de Información, declaró que no van a parar hasta bloquear definitivamente la ley: "Somos más de 100 asociaciones de la sociedad civil, de periodistas y magistrados. La ley que pretende el Gobierno amordaza la libertad de contar lo que pasa y ralentiza las investigaciones: es decir que viola los derechos fundamentales de los ciudadanos! Ya paramos esta ley dos veces y volveremos a bloquearla".

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