sexta-feira, 31 de agosto de 2012

El socialismo del siglo XXI sólo puede ser plural

Ángel Ferrero
El Viejo Topo

El 15 de julio llegó a las librerías El fin del capitalismo tal y como lo conocemos. Su autor, Elmar Altvater (Kamen, 1938), es uno de los más respetados politólogos alemanes. Profesor emérito de la Universidad Libre de Berlín y miembro del consejo científico de Attac-Alemania, en su último libro analiza la última crisis del capitalismo tardío y sus alternativas. En él Altvater planta cara a Fukuyama: el fin del capitalismo, asegura, no es el fin de la historia, sino que hay historia más allá del capitalismo.

Hasta hace unos años “capitalismo” era una palabra tabú. Profesor Altvater, ¿cómo definiría el término capitalismo?

No es sólo un término, se trata de una forma social muy dinámica, pero también muy proclive a las crisis. El capitalismo se funda en la propiedad privada de los medios de producción y, debido a ésta, en el derecho a la apropiación de la plusvalía producida por la fuerza de trabajo. Se regula por las leyes del mercado y el dinero. El capitalismo es por lo tanto a un mismo tiempo una sociedad del trabajo (Arbeitsgesells chaft) y una sociedad del dinero (Geldsgesellschaft).

En España acaba de aparecer El fin del capitalismo tal y como lo conocemos. ¿La crisis económica es el principio del fin del capitalismo o más bien el fin del principio del capitalismo, que entraría en una fase superior?

Es arriesgado realizar un pronóstico sobre el futuro del capitalismo. En cualquier caso podría decirse que el capitalismo impulsado por los mercados financieros que ha existido durante décadas desde se pusiera fin al sistema Bretton Woods en el año 1973 ha llegado a un límite. Sólo tiene futuro si se transforma. Si reunirá con este fin a las fuerzas sociales y políticas necesarias, depende también de quiénes se opongan a su transformación. Es decir, de una parte, las fuerzas conservadoras que se aferran a sus privilegios heredados, y de la otra, las fuerzas de progreso, que quieren superar el capitalismo tal y como lo conocemos en una u otra forma.

Si el capitalismo llega a su fin de una manera u otra, ¿qué lo sustituirá? ¿En qué consiste la sociedad solar y solidaria que propone en su libro?

En principio se trata de una forma de capitalismo modificada en el campo de lo posible. En Europa el capitalismo adopta hoy formas autoritarias para asegurar un reparto de la riqueza en detrimento de la población asalariada. La austeridad y el pacto fiscal, pero también el pacto de estabilidad y crecimiento, así como muchas medidas nacionales sirven, ante todo, a la estabilización de los beneficios y ganancias y obligan a efectuar recortes presupuestarios. Contra esta redistribución de los salarios, la riqueza y el poder represiva y regresiva se discute en el libro la posibilidad, como alternativa, de la “economía solidaria”. Se trata en principio de un término general para muchas de las iniciativas de economía alternativa que están teniendo lugar en varias regiones del mundo, desde Europa hasta América Latina. La economía solidaria comprende las cooperativas, que en los últimos años han experimentado un auge; el “buen vivir” de los indígenas latinoamericanos; la defensa de los bienes comunes o “commons” en todo el mundo; la lucha sindical por la democracia industrial en las grandes empresas de los países industrializados; y la defensa del estado del bienestar y de los derechos sociales tanto de los individuos como de los colectivos que constituyen el estado social. La economía solidaria es, pues, extraordinariamente diversa y no sigue un modelo único.

No puede ser de otro modo, porque tanto las bases energéticas como las materias primas que permiten la acumulación de capital están agotándose. La capacidad de los ecosistemas para almacenar residuos contaminantes es igualmente limitada y está llegando a sus límites. Los científicos ya han llamado la atención sobre estos límites planetarios. Es por lo tanto necesaria una gran transformación de la economía, la sociedad y la política. De basarse en la energía solar ha de organizarse de manera descentralizada, y entonces no hay sólo un modelo de alternativa social al capitalismo, sino muchos.

Uno de los aspectos clave en su libro es el fin del petróleo. Sin embargo, la transición a las energías renovables parece haber sufrido un retroceso. El gobierno español y alemán han retirado sus subvenciones al sector. ¿Qué consecuencias podría tener esta falta de preparación ante el fin de la era de la energía fósil?

En ninguno de los casos la política gubernamental es consistente. El señor Rajoy o la señora Merkel también saben que la transición a las energías renovables es inevitable. Las grandes empresas energéticas invirtieron sin embargo mucho capital en las producción de energía fósil y atómica, energías que requieren grandes inversiones en tecnología y centralización. También la red de suministro está orientada actualmente a las centrales de los grandes proveedores energéticos y, a partir de éstas, a la red de distribución descentralizada. La producción energética y el consumo energético no guardan ningún vínculo entre sí. El capital invertido y fijado en las instalaciones debe ser explotado y no debe perder su valor. En consecuencia, las empresas lo intentan todo para salvarlas. Eso explica el conservadurismo en materia de política energética y las veleidades gubernamentales, porque no cabe ninguna duda de que, en cualquier caso, el futuro pertenece a las energías renovables.

Este 2012 se celebra el aniversario del informe del Club de Roma sobre los límites del crecimiento. Sin embargo, hoy sigue hablándose del crecimiento como solución y es el punto principal de los socialdemócratas en Europa. ¿Qué opina de la teoría del decrecimiento?

“El crecimiento no lo es todo, pero sin el crecimiento todo es nada”, ha dicho recientemente Angela Merkel. Muchos socialdemócratas, y también algunos verdes, suscribirían esta afirmación. También en la Conferencia Río+20 en junio de 2012 que tuvo lugar en Rio de Janeiro fue ésta la línea oficiosa y los “límites del crecimiento” fueron reinterpretados. Ahora se habla de que “los límites crezcan”. De agotarse por ejemplo el petróleo convencional, entonces podría extraerse petróleo no convencional de las arenas bituminosas de Canadá, el existente a grandes profundidades submarinas en el Golfo de México o frente a la costa brasileña o en las regiones polares. Podría dedicarse el suelo agrícola al cultivo de soja, palma, trigo, caña de azúcar para la producción de biodiésel y etanol. Los límites entonces “crecerían”. Pero al mismo tiempo se alcanzarían nuevos límites, posiblemente más restrictivos que los antiguos límites a los que se dejó “crecer”. No hay ninguna escapatoria del dilema de los límites del crecimiento, del dilema entre el imperativo capitalista de acumular y los límites que nos fija la naturaleza. A largo plazo es inevitable una reducción del crecimiento y, por lo tanto, una economía de decrecimiento. Sin embargo me inclino a dudar de que algo así pueda suceder en el seno del modo de producción capitalista, ya que de-crecer significa también des-acumular capital. Y esto no es claro en muchos de los representantes de la teoría del decrecimiento.

En su libro respalda el socialismo del siglo XXI latinoamericano, pero se muestra crítico con los zapatistas. ¿Cuáles son las diferencias?

Un socialismo sin crítica ni autocrítica sería un régimen autoritario y ningún socialismo. Del socialismo del siglo XX aprendimos al menos esto. Tengo en gran consideración al movimiento zapatista, pero no podría juzgar si éste es socialista o se entiende como tal. Posiblemente tampoco sea algo que a la hora de la verdad importe. De lo que se trata, como el movimiento mismo se encarga ya de explicar, es de transformar la vida de las personas de un modo solidario y social, acaso también socialista. Uno de los grandes problemas de todos los movimientos alternativos es la relación con el poder político y el estado. Los zapatistas quieren cambiar el mundo sin tomar el poder, como ha escrito John Holloway. Yo dudo de que eso sea posible. El socialismo del siglo XXI sólo puede ser plural y, como tal, incluir a los movimientos sociales y las iniciativas regionales y locales, pero también la redistribución mediante la intervención del estado.

En España es cada vez más popular la idea de la salida del euro. ¿Es el retorno a la moneda nacional una solución?

No sería ninguna solución y, al menos a corto plazo, agravaría la crisis. No se conseguirían ventajas competitivas en la economía real, que se vería devorada por el encarecimiento de las importaciones. Si la importación de crudo se encareciese debido a la devaluación de la moneda, todas las ventajas de las exportaciones se perderían muy rápidamente. Además, con la devaluación aumentaría la deuda, mantenida en euros, y en consecuencia, la deuda del estado, pero también el endeudamiento privado que se mantuviera en aquella divisa. No puede salirse de la crisis monetaria y financiera cambiando simplemente a otra divisa. El retorno a la peseta tendría que venir acompañado de una reforma monetaria y de una restructuración de la deuda. Pero entonces dejaría de tratarse de una cuestión de divisas, sino una cuestión política, una cuestión de poder y de lucha de clases.

En Europa (y parcialmente en Estados Unidos) el marxismo es cada vez mas popular. ¿Un espectro recorre Europa?

Sí, el espectro del comunismo. Pero éste será solamente un factor de poder real cuando no se coquetee simplemente con él, como ocurre ahora en muchos lugares donde es moda intelectual. En la Europa actual de la crisis financiera y económica han de decidirse duros conflictos de intereses. Hablamos de distribución y redistribución, de cambiar el curso de los acontecimientos con miras al futuro. Para influir en él se requieren esfuerzos heroicos. Y aunque el espectro recorre toda Europa, sus cazadores le van a la zaga para arruinar las alternativas ideológica y políticamente, pero también sirviéndose de la represión.

Alemania acarrea una responsabilidad especial en la crisis en Europa, al punto que se ha convertido en el sur de Europa en la imagen con que se identifica al enemigo. ¿Cuál es la situación en Alemania? ¿Está emergiendo la oposición parlamentaria en La Izquierda (Die Linke) así como la extraparlamentaria (Occupy-Frankfurt y otros)?

Como sucede también en otros países, los movimientos sociales han crecido en su lucha contra la crisis. Pero también ha habido muchos retrocesos. El poder del estado reprimió duramente al movimiento Occupy y bloqueó las protestas en Frankfurt el pasado mes de mayo. El partido de La Izquierda ha perdido en el último año mucho terreno como consecuencia de conflictos intrapartidarios. No hay ninguna defensa fácil contra la crisis y sus efectos. Los movimientos sociales y los partidos deben aprender siempre en los conflictos y ajustar sus estrategias a las condiciones existentes. Además de esto, mejor sería si las luchas contra las múltiples crisis, de la economía y las finanzas, la transición energética y el cambio climático, la crisis alimentaria y la política, fueran descentralizadas y plurales, pero también se librasen conectadas en red. En toda Europa.

quarta-feira, 29 de agosto de 2012

Humanidade já está vivendo de "crédito ecológico"

Eduardo Febbro
Carta Maior

Desde o dia 22 de agosto, a humanidade está vivendo de crédito. Nos primeiros oito meses do ano, os seres humanos esgotaram a totalidade dos recursos que a Terra é capaz de produzir ao longo do ano. Em 22 de agosto, alcançamos o que a ONG Global Footprint Network (GFN) chama de "Global Overshoot Day", ou seja, « o dia do excesso global ». Desde 2003, esta ONG mede todos os anos a pegada ecológica do planeta, o acúmulo de recursos e a forma como os consumimos. Em cada informe, constata como os recursos se esgotam com maior rapidez. A capacidade de regeneração anual do planeta é limitada. Frente a isso, a capacidade de consumo do ser humano parece ilimitada e o planeta não é suficiente para cumprir com as exigências da humanidade.

Desde a década de 70, os seres humanos estão vivendo muito acima de seus meios. O informe da GFN mostra uma aceleração constante do esgotamento dos recursos. Em 2012, o "Global Overshoot Day" foi alcançado 36 dias antes do que ocorreu em 2011. A curva para baixo é constante. Os cálculos desta ONG se baseiam em dados científicos que se articulam em torno de uma medida, o hag, o hectare global, mediante o qual se compara a biocapacidade do planeta com o consumo de cada país. O resultado dos estudos é catastrófico : para manter o nível de vida atual seria preciso um meio planeta suplementar.

Os quatro meses que restam no ano serão vividos então no crédito. Os recursos que serão utilizados daqui até o final do ano correspondem a estoques que não se renovam. A hora do balanço chegou, diz a Global Footprint Network em seu informe. Este ano, a ONG ampliou seus cálculos até os últimos 50 anos. Entre os anos 60 e hoje os recursos planetários se dividiram por dois, enquanto as necessidades aumentaram em níveis extraordinários, ao ponto de consumirmos hoje cerca de 50% do que a Terra é capaz de produzir. A pressão exercida por sete bilhões de seres humanos não se tornou desproporcional. Os principais responsáveis pelo déficit são as emanações de dióxido de carbono e a exploração dos recursos naturais.

"A mudança climática como consequência dos gases de efeito estufa emitidos mais rapidamente do que podem ser absorvidos por matas e oceanos é a consequência mais tangível e urgente", aponta a ONG. Mas o problema não para aí. A isso se agregam "a diminuição das florestas e matas, a perda de espécies, o colapso da pesca, o aumento dos preços dos produtos básicos e os distúrbios civis". O quadro termina com uma conclusão : "as crises ambientais e a crise financeira que estamos enfrentando são os sintomas de uma catástrofe iminente. A humanidade está simplesmente usando mais do que o planeta pode prover".

Nem todos os países têm a mesma responsabilidade no desastre. Segundo a Global Footprint Network, os Estados Unidos e o Brasil alcançaram antes dos demais países o dia do excesso, em 26 de março e 6 de julho respectivamente. Se todo o planeta necessitar dos recursos consumidos pelos Estados Unidos e pelo Brasil seria necessário mais 4,16 e 1,9 planetas para satisfazer a demanda. A exigência sobe a mais de seis planetas se vivermos como o Qatar. Por outro lado, se todos os seres humanos viverem como a Índia, 49% dos recursos naturais do planeta seriam suficientes.

Em 2008, a pegada ecológica da humanidade correspondia a 2,7 hag por habitante para uma capacidade real de 1,8 hag. Dos 149 países estudados, 60 são responsáveis pela dívida ecológica. O Ocidente tem uma influência decisiva na deterioração planetária. Em um país como a França as necessidades ultrapassam 70% dos recursos naturais. O informe 2012 revela que entre 1970 e 2008 a biodiversidade planetária caiu cerca de 30%. Segundo a GFN, a cada ano desaparecem 0,01% das espécies. O fundador da ONG, Mathis Wackernagel, recorda que "o déficit ecológico vem crescendo de maneira exponencial há 50 anos". Por paradoxal que seja, há uma solução que não é um milgare, mas sim o próprio desastre. O responsável pela ONG ressalta que, "no longo prazo, a recuperação só poderá ter êxito se for acompanhada de reduções sistemáticas de nossa demanda de recursos e serviços ao ecossistema". Se isso não ocorrer, o desastre se encarregará de fazê-lo.

Mathis Wackernagel estima que a tendência para o megaconsumo dos recursos "mudará um dia de direção, seja por causa de decisões, seja pelo desastre". A questão do uso excessivo dos recursos tem, além disso, impactos econômicos potentes. A Global Footprint Network lembra que "dado que o déficit de recursos se torna maior e que os preços desses recursos são altos, o custo para as nações será insuportável". Boa parte da humanidade está vivendo na base de crédito financeiro. Agora, entramos em outra etapa: o crédito ecológico.

terça-feira, 28 de agosto de 2012

Guerras climáticas. Por qué mataremos (y nos matarán) en el siglo XXI

Harald Welzer es uno de los administradores principales del Programa de Investigación sobre el Clima y Cultura del Instituto de Estudios Culturales de Essen, Alemania. Además, es sociólogo y divulgador científico. Welzer ha presentado un libro titulado Guerras climáticas. El subtítulo es algo apocalíptico, pero describe perfectamente lo que el lector se encontrará en el interior del libro: Por qué mataremos (y nos matarán) en el siglo XXI.

Welzer analiza el actual sistema socioeconómico, un sistema que está agotando los recursos naturales en muchas zonas del planeta. La conclusión está clara: cuando falten estos recursos indispensables para vivir dignamente (agua, alimento, energía…), comunidades, regiones y países enteros se matarán por el uso y disfrute de estos preciados recursos.

Como resultado del modelo occidental de explotación del medio ambiente, los recursos naturales se agotan cada vez más en numerosas regiones del mundo. Así, cada vez mayor cantidad de personas dispondrán de menores recursos para su sobrevivencia. El resultado: conflictos violentos opondrán a todos aquellos que pretendan obtener alimentos de un mismo espacio geográfico, o beber de las mismas fuentes de agua. Dentro de poco, la distinción entre refugiados que huyen de las guerras y refugiados que huyen de su medio ambiente, entre refugiados políticos y refugiados climáticos, no tendrá más valor, puesto que se multiplicarán nuevas guerras provocadas por la degradación del medio ambiente.

Los refugiados políticos serán refugiados climáticos. Las guerras provocadas por el clima, según este libro, serán la forma, directa o indirecta, de resolución de los conflictos en el siglo XXI. La violencia tiene un futuro promisorio: la humanidad asistirá no solamente a migraciones masivas, sino a soluciones violentas a los problemas de los refugiados, a verdaderas guerras por el acceso a los recursos. Y el cambio climático lo empeorará todo. Algunos de estos conflictos ya se están produciendo. El cambio climático está cambiando las condiciones de vida, está llevando a una escasez de recursos y esto genera conflictos.

Conflicto actuales, como el de Darfur (Sudán), se interpretan como conflictos étnicos. Sin embargo, según este autor, el avance del desierto ha hecho que agricultores y nómadas luchen entre ellos por los recursos más esenciales. Si no existe un estado fuerte que pueda intervenir, los conflictos pueden derivar en auténticas masacres. En Darfur, africanos (agricultores) y árabes (criadores de camellos) se han estado matando por una tierra que es cada vez más escasa.

¿No lo estamos viendo ya? ¿Una de las principales causas de las recientes revueltas en Oriente Próximo y el Norte de África no es que la población no tiene qué comer? En un magistral ensayo de configuración de nuestro futuro, nutrido de las enseñanzas de la historia pero analizadas en su especificidad, Harald Welzer ha escrito la primera historia del siglo XXI. Y esa historia debe ser, sin duda, leída con preocupación.

segunda-feira, 27 de agosto de 2012

Bauman apuesta por más acción social para combatir la crisis

Eva Bellido
El Periódico Mediterráneo

El Rototom Sunsplash vivió ayer una jornada especial. El foco de atención no estaba en los conciertos, sino en el Foro Social. Y es que el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades del año 2010, Zygmunt Bauman, mantuvo un interesante debate con el periodista (y una de las principales figuras del movimiento antiglobalización) Ignacio Ramonet acerca de la crisis y la democracia. En él también participaron el cantautor Paco Ibáñez y Alessandra, la ayudante de Bauman. El director de Mediterráneo, José Luis Valencia, moderó el debate Crisis y Democracia: cómo la crisis impuso su agenda.

El prestigioso sociólogo y filósofo Bauman explicó que “la crisis nos está imponiendo su agenda, y lo seguirá haciendo si lo permitimos. Muchas veces es demasiado tarde erradicar las causas de la crisis y la situación actual, pero hay que seguir persistiendo para conseguirlo”.

Por otro lado, el premio Príncipe de Asturias apuntó que “los ciudadanos tienen capacidad de hacer cosas. Sin embargo, se encuentran “sometidos a dos fuerzas: los representantes políticos y los mercados, con las bolsas y especuladores. Creo que los ciudadanos tienen poder, pero hay una mayor influencia por estas fuerzas anónimas, que son las del mercado”. La clave está en “restablecer la comunicación entre el poder y la política, y volver a crear lo que ya hemos perdido”.

Por su parte, Ramonet comentó que “la agenda ya estaba prevista. La crisis actúa como el shock que permite que esta agenda se pueda llevar a cabo”. Sin embargo, reconoció que “desde que se ha tomado conciencia de que la política no funciona hay un mayor activismo social” y puso como ejemplo que “con las redes sociales hemos visto protestas de este tipo en muchos países”.

“Estamos en una batalla del mercado contra el Estado. Hemos llegado a un punto en el que el Estado ha querido controlarlo todo: la economía, la sociedad, los individuos (...) y ahora tiene el deseo de controlar el espectro del mecanismo social, asociado a los medios de comunicación de masas como aparato ideológico de los mercados”, analizó Ramonet, que formuló la pregunta de si se puede escapar a los aparatos que están creando las estructuras “en las que nos encontramos prisioneros”.

Esta pregunta la contestó rotundamente Bauman, afirmando que “sí se puede, porque ha sido creada como un producto derivado de decisiones parciales y uno de los valores más importantes es el control sobre nuestras vidas”.

sábado, 11 de agosto de 2012

Otra mirada al Choque de Civilizaciones

Mohammed Ayoob
CounterPunch

En lo que fue probablemente el ensayo más influyente publicado en los años noventa, Samuel Huntington argumentó en Foreign Affairs que en el futuro “Las grandes divisiones de la humanidad y la fuente predominante de conflicto serán de tipo cultural. Las naciones Estado seguirán siendo los actores más poderosos en la política mundial, pero los principales conflictos de dicha política se producirán entre naciones y grupos de civilizaciones distintas. El choque de civilizaciones dominará la política mundial. Las líneas divisorias entre civilizaciones serán los frentes de batalla del futuro.” Huntington fue criticado por un sinnúmero de académicos, periodistas y personalidades públicas por ser demasiado simplista en su análisis, así como por convertir la religión en el indicador primordial para su concepto de “civilización”. Tengo que admitir que fui uno de los que se sumaron a ese coro de críticas.

A pesar de todo, durante los últimos años he estado reflexionando sobre la tesis de Huntington y revisando gradualmente mis puntos de vista aunque no lo he dicho de un modo tan público porque no estaba absolutamente seguro de mi conversión a la tesis de Huntington. Pero esta semana he visto la luz en el camino a Damasco (de un modo más apropiado en el camino a Jerusalén). La luz brilló en la forma de la declaración hecha por el candidato a presidente Mitt Romney en la Ciudad Santa de que “La cultura hace toda la diferencia” en combinación con su apoyo incondicional a la política belicosa de Netanyahu hacia Irán. ¿Qué podría explicar semejante trastada de política extranjera”, en las palabras de Robert Merry en National Interest, sino el parentesco basado en una cultura común (“civilización” en las palabras de Huntington)?

Me di cuenta entonces que el modelo de dobles raseros que había estado presenciando en la política exterior estadounidense hacia Medio Oriente forma parte integral de un mundo en el cual diferencias supuestamente inmutables basadas en civilizaciones forman la fuente primordial de conflicto. Huntington había señalado proféticamente que “Un mundo de choques de civilizaciones… es inevitablemente un mundo de dobles raseros: la gente aplica un rasero a sus países congéneres y un rasero diferente a otros”.

Las políticas estadounidenses hacia Israel, sea respecto al tema de Palestina o de Irán, han estado notablemente sesgadas por motivos de afinidad basada en una civilización común. Debería ser claro desde cualquier perspectiva objetiva que Israel ha sido un valor pasivo en lugar de ser un activo estratégico cuando se trata de las relaciones de EE.UU. con una gran mayoría de los países en Medio Oriente. Esto ha sido particularmente cierto desde el fin de la Guerra Fría cuando en las percepciones árabes y musulmanas la relación estadounidense-israelí ha sido invertida. Israel ya no es percibido como el peón de EE.UU. en Medio Oriente como lo fue antes del colapso de la Unión Soviética. Ahora es al revés.

Sin embargo, por razones relacionadas con el parentesco cultural, que ha adoptado diferentes manifestaciones que van desde “el lobby” a los “cristianos evangélicos”, EE.UU. ha permitido que su política hacia el problema Israel-Palestina sea en gran parte dictada por Israel. Esto vale para una amplia gama de temas desde los asentamientos judíos en Palestina ocupada al bloqueo israelí de Gaza.

El hecho de que la narrativa del conflicto sea aceptada íntegramente por senadores y congresistas estadounidenses así como por la mayoría de los miembros del poder ejecutivo puede ser explicado solo a través del medio de la afinidad cultural. Incluso los responsables políticos y publicistas estadounidenses que han sido ligeramente críticos de las políticas israelíes lo han hecho para salvar a Israel de sí mismo impidiendo que la bomba de tiempo demográfica le estalle en la cara. La narrativa palestina de desposeimiento, exilio y ocupación y, por cierto, de la transformación demográfica de Palestina bajo el mandato británico no es solo ignorada sino tratada como ficticia.

El mismo conjunto de dobles raseros funciona en relación con el programa de enriquecimiento nuclear de Irán que se supone sea un paso hacia una capacidad de armas nucleares. Lo que es notorio es que el único país en posesión de armas nucleares en Medio Oriente –Israel– ha encabezado la amenaza de un ataque contra las instalaciones nucleares de Irán y que EE.UU. y Europa juegan roles de apoyo e incluso de sumisión. Casi ninguno de los principales comentaristas en Occidente, con la excepción de algunos especialmente valerosos como Kenneth Waltz, se ha atrevido a criticar la estupidez de esa política y a argumentar que la disuasión nuclear podría hacer que Medio Oriente sea un sitio más seguro.

Sin embargo, el caso más asombroso de dobles raseros porque involucraba a un miembro de la OTAN fue la posición estadounidense respecto al ataque israelí contra el barco turco Mavi Mármara que participaba en el suministro de ayuda a la sitiada Gaza. Nueve personas de origen turco –incluido un ciudadano estadounidense– fueron muertas en aguas internacionales sin un asomo de condena o incluso protesta por parte de Washington. Es posiblemente la primera ocasión en la historia reciente en la cual el asesinato de un ciudadano estadounidense por extranjeros no ha provocado por lo menos una protesta pública formal del gobierno de EE.UU. ¿Fue porque el ciudadano estadounidense era de origen turco y, por ello, percibido como fuera de la esfera de la civilización occidental a pesar de que Turquía ha sido un aliado leal de EE.UU. durante medio siglo? ¿O fue porque la tensión entre Turquía e Israel es percibida en EE.UU. como parte de un choque de civilizaciones en el cual EE.UU. tiene que solidarizarse con sus parientes y amigos?

Ambas explicaciones se ajustan al paradigma de Huntington porque –como señaló– los dobles raseros forman parte integral de un modo de pensar que ve un conflicto en términos del choque de civilizaciones. Hay que apoyar a sus parientes y amigos tengan o no tengan razón. Cuando este fenómeno ocurre en Medio Oriente o África es considerado como “tribalismo”. En Occidente es llamado “choque de civilizaciones”.

terça-feira, 7 de agosto de 2012

El dilema de las izquierdas

Marcos Roitman Rosenmann
La Jornada

Discutir sobre la izquierda, quiénes son y qué organizaciones la encarnan, se ha convertido en tema recurrente, sobre todo desde la caída del muro de Berlín. Muchos hemos buscado una explicación a la atomización y diáspora militante, pero la discusión provoca desazón e intelectualmente perplejidad. Hoy no faltan adjetivos para identificar un cúmulo de izquierdas. Viejas denominaciones y nuevas adscripciones. Izquierda verde, ecologista, feminista, anticapitalista, gay, cultural, progresista, comunista, demócrata-radical, socialista, socialdemócrata, popular, autogestionaria, reformista o revolucionaria. Incluso hay quienes han planteado la emergencia de una izquierda responsable. En este mar coexisten marxistas, leninistas, estalinistas, maoístas, gramscianos, libertarios, autogestionarios, trotskistas y últimamente, en alusión al filósofo italiano Negri, "negristas", por citar algunos. Y en América latina las propias del contexto histórico. Guevarista, castrista, allendista, peronista, mariateguista, martianos y sandinistas. Y ahora, después de este ejercicio de catálogo, cabría preguntarse: ¿cuánto y qué separa a tantas izquierdas? ¿estrategia, táctica, métodos, principios? Seguro que hay diferencias y en algunos casos irreconciliables, pero este es el punto de inflexión que obliga a plantearse la refundación del espacio político de lucha anticapitalista. La convivencia en esta gran familia no ha sido fácil ni puede serlo. Diríamos que se caracteriza por su genética tortuosa y en ocasiones traumática. Las razias, los asesinatos o gulags dejan una huella difícil de borrar, introduciendo otro hándicap a la hora de definir una diferencia ética entre el accionar de la derecha y el de la izquierda.

Por si alguien piensa que la derecha tiene las manos limpias, la verdad es lo contrario. En sus filas se han cometido innumerables crímenes, todos execrables. Pero, salvo casos excepcionales, dichos actos de ignominia fueron cometidos contra sus enemigos naturales, es decir, las clases sociales dominadas y explotadas y los militantes de izquierdas, hayan sido éstos, indistintamente, comunistas, socialistas o socialdemócratas. La caza de brujas en Estados Unidos y la lucha anticomunista, en tiempos de la guerra fría, han causado millones de muertos en los cinco continentes. Sirva el caso de Indonesia, en plena euforia nacionalista. Derrocado Sukarno e instaurado en el poder el general Suharto, en menos de un año fueron asesinados, según las cifras, entre medio millón y 2 millones de simpatizantes y militantes de izquierdas. La isla de Bali perdió 8 por ciento de su población, equivalente a 100 mil personas. Qué decir de las dictaduras en América Latina, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, etcétera.

Sin embargo, la izquierda ha fagocitado a sus miembros, disparándose en el pie. Tres ejemplos. España durante la guerra civil, el asesinato de Andreu Nin, dirigente del PAUM, a manos del Partido Comunista. La Unión Soviética de Stalin, el asesinato de León Trotski en México, por citar uno, amén de los millones de muertos anónimos, y en América Latina, el ajusticiamiento del poeta salvadoreño Roque Dalton, perpetrado por su organización. Ellos fueron acusados de agentes del imperialismo y sus cabezas cobraron precio. Quienes cumplieron la "misión" lo hicieron en nombre de la revolución. Y no les tembló la mano. Ramón Mercader le atizó con un piolé a Trotski y Roque Dalton recibió un tiro en la nuca de su compañero y amigo Joaquín Villalobos, más tarde comandante del FMLN, hoy asesor de la derecha estadunidense. Pero los caídos en desgracia y considerados contrarrevolucionarios llenarían tomos y tomos. Y si vemos la historia reciente, baste señalar Camboya. Para los disidentes esta manera de actuar de las izquierdas demuestra la perversión del comunismo. Y para la derecha política y social constata la superioridad del liberalismo frente al totalitarismo marxista.

Lo anterior supone, para cualquier militante de izquierda de hoy, un lastre. En ocasiones es una verdadera losa para proponer una alternativa socialista y anticapitalista. Hay que estar continuamente reinventándose. Nuevos lenguajes, nuevas formas de actuar y, desde luego, de pensar. Cada vez que uno se proclama socialista o comunista, llueven los improperios y las descalificaciones. Se nos tilda de anticuados, obsoletos, fracasados, antisistema y, si la cosa se pone fea, el calificativo de terrorista siempre es un comodín. Constituyen restos execrables y prescindibles adscritos a la historia negra del comunismo mundial. Mejor que se disuelvan, se hagan el harakiri y se transformen en acólitos de la globalización trasnacional. Eso sí, antes deben hacer un gesto público de abdicación y entonar el mea culpa. Tal como ocurría en los tiempos oscuros de la inquisición, el hereje, antes de morir achicharrado en la hoguera, debía confesar su pecado. No salvaría la vida, pero a los ojos de la Iglesia y Dios, limpiaba su alma. Incluso un arrepentimiento a tiempo transformaba al inquisidor en un benevolente juez, capaz de sustituir la hoguera por una muerte veloz, el garrote vil o la horca. Pero cabía otra opción, dejarse caer en las manos de la verdad revelada. La inquisición los transformaba en espías, delatores. Algunos fueron premiados por la celeridad en sus actos. Torquemada, por ejemplo. En la arena política los conversos son muchos. En América Latina no faltan casos, Jorge Castañeda sin ir más lejos. Divulgadores de la nueva fe se dejaron la dignidad por el camino y la ética la arrojaron al retrete. La derecha se ha nutrido de semejantes especímenes para convertirlos en profetas del neoliberalismo.

Tal vez llegó la hora de refundar la izquierda. Sumar y no restar. Pero este proceso supone gran altura de miras. No se trata de crear un partido único o reconstruir una vanguardia excluyente. La marcha del capitalismo lleva al colapso planetario. No es ciencia ficción. En todos los ámbitos de la vida, política, social, económica, cultural, ecológica, alimentaria y, desde luego, ética, el capitalismo opta por una deriva irreversible. Los órdenes complejos han perdido la capacidad de reproducir su organización con resultado de muerte a mediano plazo. Hoy día, rehacer los espacios medioambientales deteriorados y contaminados no es viable. Sin una izquierda fuerte, posicionada y con capacidad de respuesta, el neoliberalismo terminará con un triunfo pírrico. Un planeta donde la vida no tendría posibilidades de prosperar. Esta es la responsabilidad de la izquierda, evitar la catástrofe. Impedir la muerte de millones de seres humanos y especies, aunque sólo sea por espíritu de sobrevivencia. Son horas vitales. El tiempo apremia. Hay que separar el polvo de la paja. Limpiar la izquierda de aquello que nunca formó parte de su tradición teórica, política y ética. No caer en falsos debates cuyo propósito paraliza el advenimiento de una fuerza capaz de enfrentar al neoliberalismo, con posibilidades reales de éxito.

domingo, 5 de agosto de 2012

Não há verdade que se esconda para sempre

Eric Nepomuceno
Carta Maior

Nossos países, uns mais, outros ainda nem tanto, comprovam que não há verdade que alguém possa esconder para sempre. Que não há silêncio absoluto para a memória: alguma hora, alguma vez, ela se fará ouvir, fará soar o que quiseram calar.

É um processo que toca fundo muitas fibras tensas – inclusive as da dor, da humilhação, do esquecimento. E são essas as cicatrizes que poderão impedir novas feridas, novas sangrias. Querer calar o que aconteceu, pretender negar a memória e adormecer a justiça, é anular o presente. Represar essas águas é inútil: elas saberão retomar seu fluxo. Também delas é feito o presente, e são elas que conduzirão ao futuro.

No dia 11 de junho de 2012, uns meninos que brincavam num terreno do subúrbio de San Fernando, vizinho a Buenos Aires, acharam três estranhos tonéis. Estavam cheios de cimento. Um dos tonéis havia tombado, e no tombo, o cimento havia se quebrado. Os meninos viram ossos misturados ao cimento. Ossos humanos. A polícia logo descobriu que nos outros dois tonéis também havia cimento e ossadas humanas. Depois das análises dos médicos legistas, confirmou-se que uma das ossadas pertencia a um cubano sequestrado e morto 36 anos antes, durante a ditadura encabeçada pelo general Jorge Rafael Videla. Desde aquele tempo, seu paradeiro era mistério absoluto.

No dia nove de agosto de 1976 Crescencio Nicomedes Galañena Hernández e Jesús Cejas Arias saíram da embaixada cubana em Buenos Aires, no bairro de Belgrano, onde trabalhavam na parte administrativa. Oito dias depois, a agência norte-americana de notícias Associated Press recebeu um envelope, despachado pelo correio em Buenos Aires mesmo, com as credenciais dos dois e um bilhete que dizia o seguinte: “Nós, Jesús Cejas Arias e Crescencio Galañena, ambos cubanos, nos dirigimos aos senhores para através desta comunicar que desertamos da embaixada para usufruir da liberdade do mundo ocidental”. A nota não estava assinada. O ministério argentino de Relações Exteriores confirmou a autenticidade das credenciais. E a ditadura que sufocava o país não precisou explicar o sumiço dos cubanos: haviam desertado e ponto final.

Ao longo do tempo e dos processos judiciais que buscam restabelecer a verdade, resgatar a memória e aplicar a justiça na Argentina, comprovou-se que eles haviam sido sequestrados e levados para a Automotores Orletti, um dos campos de concentração clandestinos da ditadura. Documentos norte-americanos indicaram que o agente da CIA Michael Towley e o cubano Guillermo Novo viajaram dos Estados Unidos até Buenos Aires para interrogar os dois.

A maior parte dessa história já havia sido reconstruída, e os responsáveis pelas barbaridades cometidas na Automotores Orletti foram julgados e condenados. O uso de tonéis de combustível recheados de cimento para esconder ossadas humanas era conhecido. Aliás, foi assim, num tonel, que Juan Gelman, o maior poeta vivo da América Hispânica, encontrou em 1989 o que restou de seu filho Marcelo. Agora, com os três tonéis achados pelos meninos que brincavam num terreno baldio de um subúrbio de Buenos Aires ficou claro que pode haver muitos outros espalhados ao deus-dará. A polícia investiga para saber se esses três tonéis sempre estiveram no mesmo baldio, ou se foram levados para lá em tempos mais recentes.

Ao longo dos últimos nove anos, e da mesma forma que havia acontecido entre 1985 e 1989, não há uma semana sem que os argentinos tropecem com novas histórias de seus tempos mais tenebrosos. Não há uma semana sem que algum sobrevivente conte seu calvário, reconheça alguns de seus algozes, sacuda o passado. Os torturadores e assassinos, os ladrões de bebês e os violadores de mulheres estão sendo julgados, ou seja, estão tendo um direito elementar que negaram às suas vítimas: o direito de defesa. E a memória volta ao seu rumo, a verdade sai do silêncio infame ao qual quiseram que fosse condenada, e a justiça se impõe. Não há presente sem passado. Não há presente sem memória. Não há futuro sem presente. Assim, dessa simplicidade, é feita a história. É feita a vida.

Também por esses dias, do outro lado da cordilheira dos Andes, os chilenos foram de novo tocados pela voz da memória. Há quem se incomode, e muito, com esse som, e é natural que seja assim. O líder do partido do presidente Sebastián Piñera na assembleia legislativa, deputado Alberto Cardemil, por exemplo, anda muito aborrecido. É que documentos até agora secretos revelam a vasta rede de informações da ditadura do general Augusto Pinochet. Junto com as atividades da rede, vão sendo revelados nomes de informantes.

Alberto Cardemil era um deles, e dos mais eficientes. Denunciou vários integrantes da Vicaria da Solidariedade, órgão da igreja católica que ajudava as vítimas da ditadura. Era um dos consultores de Pinochet (aliás, foi seu vice-ministro de Interior) sobre os chilenos que podiam e os que não podiam voltar ao Chile, mesmo nos estertores da ditadura. Está lá, com sua letra, o veto ao escritor Ariel Dorfman, classificado de ‘ativista intelectual’ contra o regime. Esse veto traz a mesma assinatura que o deputado Alberto Cardemil estampa nos documentos legislativos, na sua condição de líder do partido da Renovação Nacional, do presidente Sebastián Piñera.

Quantos mais, como o deputado e o presidente, teriam preferido o silêncio dos tempos? No fundo, sabem que nem eles, nem ninguém, consegue esconder a verdade para sempre. E sabem que nós sabemos que esse é o medo dos infames de cada um dos nossos países. Esse é o pesadelo que sacode suas noites: saber que sua impunidade pode acabar. Que alguma hora a voz da verdade e da memória poderá se fazer ouvir, e que então eles, os responsáveis pelo horror e pelo esquecimento, perderão de vez sua pequena e miserável vitória, sua única conquista: a impunidade.

quarta-feira, 1 de agosto de 2012

Todas las manos, todas...

Nicolás Lantos
Página 12

“La quinta potencia del mundo”: con esas palabras, la presidenta de Brasil y anfitriona, Dilma Rousseff, graficó la dimensión que alcanzará el Mercosur tras el ingreso de Venezuela, ratificado ayer en Brasilia durante una cumbre de la que participaron los presidentes de todos los países del bloque (con excepción de Paraguay, que se encuentra suspendido luego de la interrupción del gobierno de Fernando Lugo). En el mismo sentido, Cristina Kirchner destacó que “la incorporación de Venezuela cierra definitivamente la ecuación de lo que va a ser este siglo XXI: energía, minerales, alimentos y ciencia y tecnología”. Hugo Chávez calificó este espacio como “la locomotora más grande que existe para preservar la independencia y acelerar el desarrollo integral de Latinoamérica”. Y José Mujica destacó: “Nunca a lo largo de la historia tuvimos una oportunidad como ésta: es ahora o nunca y el desafío es enorme”.

Los números son elocuentes: con el ingreso de Venezuela el bloque contará con un PBI de 3,3 billones de dólares (el 82,3% del Producto Bruto total de Sudamérica), un territorio de casi 13 millones de kilómetros cuadrados y más de 270 millones de habitantes, que es decir que siete de cada diez sudamericanos serán ciudadanos del Mercosur. De todas formas, no faltan desafíos por delante para consolidar este proceso, como se ocuparon de destacar, cada uno a su modo, los cuatro mandatarios en el mensaje que dieron desde el palacio de Planalto pasado el mediodía, una vez que, concluido el plenario, se terminaron de ajustar los detalles que quedaban por resolverse antes de poner las firmas.

En ese sentido, Cristina Kirchner (encargada de cerrar la ronda de discursos) hizo énfasis en la necesidad de “crear, más temprano que tarde, los instrumentos y las instituciones que tornen indestructible e indivisible este nuevo polo de poder, que preserven esta nueva realidad de poder que se construyó con gran dificultad”. Esa (la falta de una institucionalización mayor de las relaciones entre los miembros del Mercosur) ha sido una de las grandes deudas del proceso de integración y “la idea es aprovechar el empuje que significa el ingreso de Venezuela para avanzar en ese sentido”, le explicó a Página 12 uno de los miembros de la delegación argentina.

“Estamos dispuestos a llevarla adelante –insistió la Presidenta–. De modo tal que cuando nosotros no estemos, ya que somos meras circunstancias de la historia, estén los hijos de nuestros hijos para cuidar esto que no es ni de Hugo ni de Dilma ni de Pepe ni de Cristina, sino de los pueblos que nos eligieron democráticamente para que gobernemos su economía y también, en definitiva, su presente y su futuro.”

A su turno, Mujica había destacado otro desafío: “No se trata de ser los más ricos del planeta, sino los más felices”, aseguró. También destacó la necesidad de que el proceso de integración beneficie a toda la población del bloque, en particular a los pobres. “En América latina nos costó mucho ser libres. Tenemos que transformar la libertad de los pueblos en una causa –pidió el uruguayo–. Ser libres es no ser esclavos de la necesidad, es tener la garantía elemental de lo que se precisa para vivir, pero después tener tiempo para vivir y gastarlo en aquellas cosas que a cada cual lo motivan. La inmensa mayoría de nuestra multitud no puede ser libre.”

Por su parte, Rousseff, quien como anfitriona destacó la magnitud que adquiere el Mercosur a partir de ahora, “desde la Patagonia hasta el Caribe” envió un mensaje a “los sectores empresariales de toda la región” invitándolos a “participar activamente de este proceso”, destacando otro desafío: el de conseguir que la sinergia alcanzada a nivel gubernamental se expanda a otras áreas que son de vital importancia para el desarrollo de la región, en particular con la idea de “avanzar con la industrialización” para cambiar la matriz productiva de Sudamérica.

“Nuestro norte es el sur”, celebró, en tanto, Chávez, el ansiado ingreso de Venezuela (que había solicitado en 2006 y permanecía trabado por la negativa del Senado paraguayo). “Ahora estamos donde deberíamos haber estado siempre. Ahora estamos localizados en nuestra exacta dimensión geopolítica. Este es nuestro sitio, nuestra esencia”, destacó, visiblemente emocionado. También evocó a los ex presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez por el rol que tuvieron en la etapa de transformación en la que ingresó la región hace una década. “Tengo seguridad de que a partir de hoy entramos en un nuevo período de aceleración de la historia que estamos construyendo, de aceleración de la geografía, de cambios políticos, de cambios profundos. En los próximos años veremos más cambios en la región de los que hubo en estos 200 años”, concluyó.

Luego del plenario, que se extendió más de lo previsto, los presidentes cruzaron hasta la bellísima sede de la Cancillería brasileña, el Palacio de Itamaraty, donde compartieron un breve almuerzo: para entonces ya eran más de las cuatro de la tarde y los primeros en llegar estaban en reuniones desde temprano a la mañana (cuando Rousseff mantuvo bilaterales con Mujica y con Chávez). A su término, Mujica fue directo al aeropuerto; la brasileña, a su residencia, mientras que CFK y el presidente venezolano se acercaron hasta la embajada argentina para firmar una declaración presidencial respecto de la cooperación en materia energética entre YPF y Pdvsa.

Por delante queda un arduo proceso para que Venezuela se adapte normativamente al bloque, un proceso que tomará cuatro años, según dispusieron los cancilleres de los países miembro: el argentino Héctor Timerman, el uruguayo Luis Almagro, el brasileño Antonio Patriota y el venezolano Nicolás Maduro. El primer paso será adoptar la nomenclatura del Mercosur, luego el Arancel Externo Común y, por último, la desgravación de tarifas respecto de los otros socios, explicaron ayer. En paralelo, advirtieron fuentes diplomáticas argentinas, “el bloque deberá seguir consolidando las relaciones entre los viejos miembros, resolver la cuestión de Paraguay y empezar a pensar en seguir ampliándose”. Tal como enfatizaron los cuatro presidentes: sólo quedan por delante más desafíos.