segunda-feira, 28 de abril de 2014

Ucrania: De la crisis a la catástrofe

Patrick Cockburn
CounterPunch

"En el exiguo momento que nos queda entre la crisis y la catástrofe, bien podemos beber una copa de champán", dijo Paul Claudel, el poeta francés, dramaturgo y embajador en Estados Unidos a principios de 1930. Él estaba restando importancia a la esperanza de evitar un desastre financiero, pero sus palabras se sentían como buenas, si bien desesperadas, pueden ser aconsejadas para Ucrania en los últimos días, cuando se acercaba su "momento de champagne".

Catástrofe en forma de guerra civil, invasión rusa y partición, de hecho, no son inevitables, pero están a la vuelta de la esquina. El acuerdo alcanzado entre Rusia, EE.UU., la Unión Europea y Ucrania el jueves, en el que los manifestantes en el este de Ucrania podrían desalojar los edificios públicos que habían ocupado y entregar sus armas a cambio de una mayor autonomía de los distritos pro-rusos, sólo ha frenado el impulso hacia los conflictos civiles. Los manifestantes insisten en que ellos tienen tanta legitimidad como lo que ellos llaman "la junta Kiev" desde que llegó al poder a través de las manifestaciones callejeras que derrocaron a un gobierno elegido, pero corrupto e incompetente.

Los medios de comunicación occidentales se han centrado obsesivamente en qué medida los milicianos pro-rusos en el este de Ucrania obedecen las órdenes del Kremlin, pero esa atención oscurece una característica más significativa del panorama político ucraniano. Cada elección en Ucrania desde la caída de la Unión Soviética en 1991, ha puesto de manifiesto que el país se divide casi por igual entre la pro-rusos y la pro-occidentales, con cada lado capaz de ganar las reñidas elecciones. Pretender que la rebelión en el este de Ucrania es falsa y orquestada por Rusia es un autoengaño peligroso.

Aunque Ucrania es diferente de Irak y Afganistán, hay algunas similitudes siniestras en la implicación occidental en los tres países. La más importante común de estas características es que cada país está profundamente dividido y pretender lo contrario es una invitación al desastre. En 2001, la mayoría de los afganos se alegraron de ver el retorno de los talibanes, pero los talibanes y la comunidad pastún - alrededor del 42 por ciento de la población afgana - en la que los talibanes tienen sus raíces no podía ser ignorados o marginados con éxito. La creación de un gobierno dominado por los viejos líderes anti-talibanes de la Alianza del Norte desestabiliza en forma automática el país.

Algo similar ocurrió en Irak. Bajo Saddam Hussein y sus predecesores, la comunidad suní, alrededor del 20 por ciento de los iraquíes, mantuvo cruciales niveles de poder a expensas de los árabes chiíes y kurdos, cuatro quintas partes de la población. La caída de Saddam significó que una revolución étnica y sectaria era inevitable, pero la creencia de EE.UU. y Gran Bretaña que las únicas personas enojadas y desposeídas en Irak en 2003 fueron criminalizados como restos del antiguo régimen, subestimando totalmente el peligro de una revuelta suní.

Tony Blair afirmó recientemente que todo habría ido bien en el Iraq ocupado, si no hubiera habido interferencia maliciosa de forasteros como Irán y Siria. Pero los estados soberanos no existen en forma aislada. Ocuparlos - como ocurrió en Kabul y Bagdad - o volverlos en la influencia predominante, como los EE.UU. y la UE han estado haciendo en Kiev, transforma la geografía política de toda una región. Era absurdamente ingenuo para los funcionarios estadounidenses imaginar que Pakistán, o más precisamente, el ejército de Pakistán, aceptaría filosóficamente ver colapsado su esfuerzo de décadas para controlar Afganistán después de 2001. Asimismo, en Irak, funcionarios de la administración Bush, encendidos por la victoria sobre Saddam, pensaron alegremente pregonar su intención de que el cambio de régimen en Irak sería seguido por los de Teherán y Damasco. Como era de esperar, los iraníes y los sirios estaban consecuentemente decididos a asegurarse de los EE.UU. nunca sea capaz de estabilizar su control en Irak.

Llevar a Ucrania en su conjunto de ser pro-ruso a pasar a convertirse en anti-ruso es una derrota estratégica devastadora para Rusia que nunca iba a aceptar sin reaccionar. Una Ucrania hostil reduciría de forma permanente el estado de Rusia como gran potencia y empujaría hacia atrás su influencia hacia el lejano este de Europa. Por supuesto, si Ucrania importa tanto a Rusia no era prudente que sus dirigentes confíen en el presidente Viktor Yanukovich y su banda de estafadores cuyo poder se evaporaría tan rápidamente. Pero también fue autoengaño e irresponsable de los funcionarios de la UE y de Estados Unidos, ya sea por no ver o no prestar atención acerca de las consecuencias explosivas de respaldar la toma de posesión de un gobierno pro-occidental no elegido en Kiev, que terminó por impulsar al poder grupos que incluyen ultranacionalistas extremos, y luego aceptarlo como absolutamente legítimo.

Pero no son solo los diplomáticos y políticos occidentales que cometen errores. La prensa extranjera ha presentado una visión demasiado simplista de lo que está sucediendo en Ucrania tanto como lo hizo en Afganistán, Irak, Libia y Siria. El antiguo régimen en todos los casos fue demonizado y sus oponentes glorificados, de manera que la imagen de los acontecimientos que se presentan al público parezca a menudo cerca de la fantasía.

Lo mismo está sucediendo en Ucrania. Los medios de comunicación a menudo hacen foco sobre todo en la credibilidad o la falta de ella sobre los separatistas en el este de Ucrania, y muy poco en el nuevo gobierno en Kiev. De hecho, lo que más llama la atención en ambos lados es su ineficacia casi cómica: Hace tres meses, Yanukovich actuó como si tuviera la fuerza política y militar para demoler a la oposición sólo para verse obligado luego a huir casi solo a través de la frontera con Rusia. La semana pasada Kiev estaba enviando tropas para aplastar con confianza "terroristas" y restablecer su autoridad en el este sólo para ver más tarde a sus tropas renunciar mansamente sus vehículos y desertar. Cuando las fuerzas de seguridad del gobierno hicieron matar a los manifestantes en Mariupol resultó que pertenecían a unidades de la Guardia Nacional recién formadas y reclutadas de entre manifestantes ultranacionalistas.

A consecuencia de esta organizada falta de apoyo, sin embargo profunda y real por las divisiones populares, es por lo que los vacíos de poder se llenan luego por las tenebrosas milicias. Esto es en gran medida el patrón de las últimas guerras en el Medio Oriente. Por ejemplo, en Afganistán lo que llama la atención no es la fuerza de los talibanes, sino la debilidad y la impopularidad del gobierno. En Irak el gobierno tiene 900.000 fuertes fuerzas de seguridad e ingresos del petróleo por $ 100 mil millones de dólares (60 mil millones de euros) al año, pero en los últimos tres meses, el Estado Islámico de Irak y Levante, una organización criticada por al-Qaeda por su excesiva violencia, ha gobernado Fallujah, a 40 millas al oeste de Bagdad.

La catástrofe en Ucrania aún se puede evitar mediante el compromiso y la moderación, pero lo mismo fue para Afganistán, Irak y Siria. Una razón por la cual estos países se han visto desgarrando por guerras era una falsa creencia por parte de las potencias extranjeras que creían que podían ganar victorias baratas, y por una falta de apreciación en la elección de socio a nivel local que resultó ser una facción egoísta con muchos enemigos. En Siria, por ejemplo, los EE.UU. y sus aliados han estado afirmando desde hace tres años que los verdaderos representantes del pueblo sirio están desacreditados pero están bien financiados en sus exiliados que no se atreven a visitar por el gobierno o en las zonas controladas por los rebeldes.

Lo que hace a Ucrania tan peligroso es que todas las partes exageran su apoyo, subestiman la de sus oponentes, y luego sobreactúan su letra. Mediante la aceptación de un gobierno legítimo en Kiev instalado por la acción directa, los EE.UU. y la UE desestabilizaron irresponsablemente una extensión de Europa, algo que debería haber sido obvio en ese momento. Para citar a Paul Claudel nuevamente: "Es una suerte que los diplomáticos tienen narices largas, ya que por lo general no pueden ver más allá de ella".

domingo, 20 de abril de 2014

Celso Amorim: “La Argentina está presente en cada política de Brasil”

Martín Granovsky
Página 12

Durante ocho años fue canciller de Lula. De viaje por la Argentina para presentar su libro Breves narrativas diplomáticas, Celso Amorim contó a Página 12 por qué, vista la historia desde hoy, está lejos de lamentar que no haya formado el ALCA en 2005.

Celso Amorim es movedizo. A través de los anteojos sus pupilas parecen divertirse con cualquier cosa que se parezca a una explicación con fines prácticos, a una charla dentro de una negociación o al simple vínculo entre dos personas. Sentado en uno de los sillones del despacho de Nicolás Trotta, el rector de la Universidad Metropolitana para el Trabajo y la Educación, el actual ministro de Defensa de Dilma Rousseff dejó en claro ante Página 12 qué fue lo que más lo impactó en sus primeros años de gestión con gobiernos encabezados por el Partido de los Trabajadores.

Usted trabajó como canciller de Lula durante ocho años. ¿Qué fue lo más interesante?

¿Lo más interesante de ser canciller de Lula? Lula. Me dio una enorme confianza, y es muy bueno trabajar así. Pero sobre todo es un hombre con gran capacidad de tomar decisiones y fijar estrategias. Uno de sus objetivos es la integración sudamericana. Lula es uno de los sabios de la integración, junto con Néstor Kirchner y con Cristina Kirchner. Gente convencida. Cuando alguien mira mi libro la Argentina no aparece.

¿Cuál es su explicación?

Porque no es necesario. La Argentina está presente en cada política de Brasil. Sin el entendimiento con la Argentina no hay integración. No lo habría tampoco en Defensa. No podríamos pensar, como lo hacemos, en la elaboración de una doctrina de la defensa común, de la preservación de rutas, del cuidado del ciberespacio. O en la escuela nacional de defensa cibernética que crearemos y estará abierta para los amigos.

Amorim pasó de visita por Buenos Aires para presentar su libro Breves narrativas diplomáticas, que editó Taeda. Si el libro fuera la única referencia teórica del ex canciller de Lula y ministro de Defensa de Dilma desde 2011, habría una conclusión fácil: el Mercosur le importa. Y otra conclusión más: le importa mucho. El tema aparece nada menos que a comienzos de la introducción, en el marco de sus primeros contactos con Lula y el Partido de los Trabajadores. Entre 1993 y el 1 de enero de 1995 Amorim fue canciller del presidente Itamar Franco, que llevó adelante una transición política luego del juicio político y el fin del mandato de Fernando Collor de Mello. Cuenta Amorim que siendo ministro se encontró con el entonces asesor internacional de Lula, Marco Aurélio García, después consejero presidencial de Lula y Dilma, “para explicar cómo se trataban algunos asuntos de política exterior e intentar evitar alguna discontinuidad en caso de que Lula fuera electo”. Y agrega el texto: “Mi principal preocupación era preservar y consolidar el Mercosur, que a veces sufría críticas de sectores vinculados con el PT, principalmente desde el sector sindical”.

En las elecciones de 1994 ganó Fernando Henrique Cardoso, que asumió el primer día de 1995 y sería reelecto en 1998. Lula recién llegó al Planalto el 1 de enero del 2003. Amorim cuenta en el libro que comenzó a circular como posible canciller entre la primera y la segunda vuelta electoral de octubre de 2002 y que su nombre debe haber llegado a Lula por Marco Aurélio. Cuando la postulación comenzó a correr fue él mismo quien pidió una reunión con dirigentes del PT, porque, comenta, su esposa le dijo que no podía comportarse como un príncipe que asistía impávido a que lo mencionaran. Así fue que comenzó una serie de contactos con Lula y ya en la segunda reunión el presidente electo le ofreció la jefatura de Itamaraty, que Amorim naturalmente aceptó.

Amorim cuenta que Breves narrativas diplomáticas cubre los primeros años del gobierno inicial de Lula y está basado en anotaciones hechas en papeles, cuadernos o menúes del propio canciller. Uno de los capítulos remite al origen de lo que después fue la Unión Suramericana de Naciones. Amorim anota que él mismo había propuesto antes la formación de un Area de Libre Comercio de Sudamérica. Y que, con la experiencia ganada en las negociaciones internacionales, se oponía a los que, como Chávez, a quien cita en el libro, subestimaban el comercio como “si fuera un resabio neoliberal en materia de integración”. “El fundamento económico es indispensable para la construcción política”, escribe, y relata que si llegaba a conformarse el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) al menos una Sudamérica más sólida podía servir de contrapeso.

Cuando Lula llegó al gobierno –dijo Amorim a Página 12 minutos antes de la presentación de su libro en la Umet por parte del ex canciller Jorge Taiana–, el acuerdo por el ALCA aún no estaba firmado. Esto nos permitió trabajar junto con los socios del Mercosur para obtener un cambio. La situación era curiosa, porque la respuesta brasileña para el ALCA debía estar terminada justo 45 días después de que Lula asumiera la presidencia.

Lula asumió el 1º de enero de 2003. ¿Todo tenía que estar listo, entonces, el 15 de febrero?

Exactamente.

Muy poco tiempo. ¿Por qué?

Así venía el ritmo desde antes. Seguramente alguien lo puso pensando que Lula no sería el presidente, ¿no? Que otro ganaría las elecciones. Hubo una gran reacción sobre el gobierno de Lula de muchos que no pensaban que, en caso de seguirlos, Brasil estaría haciendo una oferta sin saber aún qué recibiría a cambio.

El ALCA no era solamente un acuerdo de libre comercio.

No, claro. Incluía cosas tan diversas como el régimen de compras gubernamentales, las reglas de propiedad intelectual, los servicios y el tratamiento de las inversiones.

¿Lula enfrentó el proyecto del ALCA desde el principio?

No. Al principio de su gobierno Brasil intentó transformar los términos. Fue un proceso en el que el Mercosur, y sobre todo la Argentina, resultaron muy importantes. Cuando empezamos a cambiar los términos comenzaron los rechazos y finalmente en 2005 el ALCA no llegó a integrarse. Cosa que, vista de manera retrospectiva, no lamento.

¿Por qué cree que fue bueno no formar un ALCA?

Era una construcción estructuralmente desequilibrada. Y ahora esto se ve con mucha claridad. El mundo cambió desde la época en que comenzó a analizarse el ALCA e incluso desde el momento en que estamos hablando, a comienzos del gobierno de Lula. Ya entonces el ALCA era una herencia de otra época, una época en la que los Estados Unidos eran la única referencia de la región. Ni hablar en los últimos años, con la gran diversificación de Sudamérica. Y tomemos ejemplos concretos. ¿Brasil podría haber desarrollado su industria naval con un ALCA? ¿Habría sido posible una política de medicamentos genéricos, que incluso fue comenzada en el gobierno anterior al de Lula, el de Fernando Henrique Cardoso? ¿Y en propiedad intelectual? Brasil no está en contra de la propiedad intelectual, y yo menos: tengo hijos cineastas. El problema para todo lo que estoy diciendo es que el mecanismo de solución de controversias, que siempre las hay, quedaba por encima de todo. Incluso por encima de la propia Organización Mundial del Comercio. Y todos, entonces, podíamos ser sujetos de retaliación. Lo mismo pasaría con las inversiones. ¿Brasil está en contra de las inversiones extranjeras? De ninguna manera. Pero sí estaba y está en contra de que el inversor extranjero tenga prevalencia sobre el inversor nacional. Y ni hablar de las listas, que nos hubieran imposibilitado el desarrollo de Internet. Al mismo tiempo no serían eliminados los subsidios, una conducta habitual en los países ricos. Estoy hablando de Internet en una etapa anterior a la actual y con situaciones muy desparejas. Ya en ese momento era sabido que en los Estados Unidos el Pentágono constituía un motor importante para el desarrollo del software, pero ninguno de los países que formarían un área de libre comercio y servicios estaba en condiciones de competir con ese fenómeno.

quarta-feira, 16 de abril de 2014

Obama: espionaje y delincuencia digital

Editorial
La Jornada

De acuerdo con informes difundidos ayer por The New York Times, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, autorizó a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) que sacara ventaja del descubrimiento de fallas de seguridad en un programa para servidores de Internet que podrían revelar las claves personales de decenas de millones de usuarios y que, en vez de dar aviso a los desarrolladores de ese sistema y al público en general, los aprovechara para espiar a un número indeterminado de personas, empresas y gobiernos.

La falla mencionada, conocida como Heartbleed (corazón sangrante) y dada a conocer apenas la semana pasada, permite el robo de información cifrada almacenada en servidores, como nombres y contraseñas de cuentas de Facebook, Gmail, Instagram, Google, Yahoo, Dropbox, Soundcloud y otros servicios de redes sociales, de intercambio de imágenes, de música y blogs.

En la catarata de revelaciones sobre las actividades de vigilancia furtiva –e ilegal, según las legislaciones de muchos países– puesta en práctica por el gobierno de Estados Unidos, ésta es la primera que involucra directamente al mandatario de ese país; antes de ella, Obama ha podido argumentar que no conocía los detalles de los vastos dispositivos de espionaje desarrollados por la NSA que se han dado a conocer desde junio del año pasado, cuando el ex contratista de esa dependencia Edward Snowden los filtró al público. En consecuencia, el huésped de la Casa Blanca se ve colocado en una situación mucho más frágil por cuanto, de confirmarse el señalamiento, sus coartadas en el tema del espionaje masivo se vendrían abajo.

Una implicación mucho más grave de la información difundida ayer por The New York Times es que el gobierno de Washington, en su afán de obtener en forma ilícita información confidencial de individuos, corporaciones e instituciones oficiales, pudo haber dejado desprotegidos a los usuarios de Internet de todo el mundo frente a las actividades de delincuentes cibernéticos que han venido aprovechando la falla de seguridad en los servidores que utilizan OpenSSL para defraudar, extorsionar, suplantar identidades, obtener información para cometer secuestros y otro sinfín de ilegalidades.

En esta perspectiva, resulta grotesco el pretexto urdido por el gobierno estadunidense para justificar sus acciones de espionaje con base en una pretendida preocupación por la seguridad nacional cuando, para llevar a cabo esa vigilancia furtiva, se desentiende de procurar la seguridad a secas de sus ciudadanos, de sus empresas e incluso de sus propias dependencias de gobierno.

Lo que ha venido haciendo Washington, en suma, a juzgar por la información comentada, es aprovechar la misma zona oscura de los errores de programación y los mismos métodos que utiliza la criminalidad cibernética para atacar a sus víctimas, y ello retrata de manera preocupante, pero fiel, la bancarrota moral a que se ha ido dirigiendo el poder público estadunidense bajo la presidencia de Barack Obama.

segunda-feira, 7 de abril de 2014

Argentina: De la convivencia a la violencia

Norma Giarracca
Página 12

Boaventura de Sousa Santos acuñó el concepto de “fascismo societal” para describir un fenómeno nuevo que se distancia de los procesos políticos de los años ’30 y ’40 del siglo pasado. No es un régimen político, sino social, civilizatorio. Fue necesario generar procesos de “fascistización” social para desplegar el estadio salvaje del capitalismo que conocemos como “neoliberalismo” (desposesión, despojo, concentración de la riqueza). Se trata de “domesticar” y hasta trivializar las democracias a fin de promocionar este tipo de régimen pivoteado por los grandes actores económicos. Es un tipo de fascismo pluralista producido por la sociedad en lugar del Estado, que o bien es un testigo impotente o complaciente o culpable y activo. Ciertos procesos favorecen su instalación y a su vez son consecuencia del mismo; fragmentación y compartimentación social; la aparición de grupos paraestatales a cargo de las “tareas sucias” para territorializar las relaciones de despojo hasta la proliferación de dispositivos mediáticos que instalan determinados temas, por ejemplo “la inseguridad”, para mantener aterrada y disciplinada a la población.

Hace tiempo que observamos estos procesos en nuestra propia sociedad, hasta llegar en los últimos años a hechos de indiscutible “fascistización”, como los ocurridos en las últimas semanas con los denominados “linchamientos”, o sea, venganza en manos de personas comunes contra supuestos ladrones, arrebatadores de carteras o simples “portadores de rostros”. Los interrogantes que muchos nos hacemos es cómo llegamos a esta situación; cómo poblaciones de barrios porteños que hace poco más de una década protestaban al grito de “piquetes, cacerolas la lucha es una sola” o integraban a los pibes de la calle a sus marchas a la Plaza de Mayo, hoy actúan como bandas violentas dispuestas a asesinar a supuestos o probados carteristas. Son preguntas de difíciles respuestas, procesos complejos que, en una década, pueden inclinar la balanza, el humor ideológico para un lado o para el otro. Habría que tener en cuenta condiciones de todo tipo, pero un papel muy importante lo juegan los formadores de opinión pública: medios de comunicación, intelectuales, y los llamados “think tanks”, centros que en la actualidad pueden ser un portal, un blog, una página de Facebook, destinados a convencer a políticos y diseminar determinadas ideas, ideologías entre las poblaciones.

Cuando llevamos a cabo el registro y análisis de los “cacerolazos” que comenzaron en septiembre de 2012 y se incrementaron en 2013, con los iconos de 8N, 18A, etc., pudimos observar y analizar el papel de esos “think tanks” en el fenómeno; actuaban en la difusión de la convocatoria, en la decisión de lugares por donde marchar, consignas para llevar en los carteles, etc. La mentada “espontaneidad de las redes sociales” estaba solapando ciertos operadores que compartían una clara ideología de muy baja densidad democrática (para decirlo suavemente). Personajes actualizados en técnicas de comunicación, tanto en Internet como en otros niveles, con preparación universitaria, ligados de algún modo a partidos políticos de centroderecha, a la Iglesia conservadora, y a organizaciones que promueven que se terminen los juicios a los genocidas. Varios de estos personajes son los que aparecen en estos días con un desfachatado apoyo a los denominados linchamientos, e incluso asesinatos, y comienzan a circular por los programas periodísticos que tratan el tema.

Estos grupos operando en los bordes de la democracia estuvieron desde muchos años atrás. Actualmente, en esta transición de un gobierno a otro en 2015, ven la posibilidad de volver a los años oscuros, pero ahora sin violentar la democracia formal, haciendo uso de lo que Sousa Santos llama régimen social fascista. Se ha avanzado mucho en tal sentido, pensemos en la fragmentación y compartimentación social, en grupos paraestatales asesinando obreros, campesinos indígenas, pero hay ciertos límites que se han cuidado y tienen que ver con los juicios a los delitos de lesa humanidad y los derechos sociales conquistados desde la democracia: divorcio, matrimonio igualitario, etc. Nuestra hipótesis es que estos grupos habilitados por los medios de comunicación, apoyados por periodistas, intelectuales de derecha, profundizan año a año la “fascistización” para lograr sus objetivos con consenso social y electoral.

¿Cómo contrarrestar esta situación? ¿Cómo obstaculizar estos procesos de fascistización societal en marcha y recuperar la solidaridad social? Difícil decirlo, pero a nuestro juicio son necesarios encuentros, generación y cuidado de espacios donde nos mezclemos socialmente, utilicemos la palabra, la música, el arte en general, los deportes, los juegos... Ya no son las marchas (que se tornaron polisémicas) esos lugares, sino que hay que volver a los barrios, las escuelas, las charlas en las plazas, en los territorios en resistencia y en todo lugar donde podamos reconocernos, respetarnos y volver a pensar la política.

domingo, 6 de abril de 2014

Cambio climático: Los seres humanos están haciendo hervir el planeta

Amy Goodman y Denis Moynihan
Democracy Now!

La mayoría de las personas están convencidas de que el ser humano está cambiando el clima para peor. Cada vez hay más pruebas que demuestran el nefasto futuro que nos estamos forjando a nosotros mismos y al planeta. Tendremos que soportar una mayor ocurrencia de eventos climáticos extremos, como huracanes y grandes sequías, la extinción de muchas especies y el grave problema de la escasez de alimentos a nivel mundial. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ( IPCC ) acaba de publicar su último informe después de una reunión de cinco días celebrada la semana pasada en Yokohama, Japón. El Panel, que está integrado por más de 1.800 científicos de todo el mundo, recopila, analiza y sintetiza los datos científicos más sólidos y relevantes sobre el clima y otros asuntos relacionados. El pronóstico no es alentador.

En la conferencia de prensa en la que se anunció el lanzamiento del informe, el presidente del IPCC , Rajendra Pachauri, advirtió: “En la medida en que el mundo no adopte medidas para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y el cambio climático continúe aumentando, la estabilidad social de los sistemas de vida humanos corre grave peligro”. Pachauri habla con la disciplina de un científico y la cautela de un diplomático. Sin embargo, el último informe es claro: “El cambio climático puede aumentar indirectamente el riesgo de conflictos violentos como guerras civiles y violencia entre comunidades”. El informe también subraya que el abastecimiento mundial de alimentos, que ya es escaso, sufrirá las consecuencias del cambio climático y que los sectores más vulnerables de la población mundial serán los primeros en padecer hambre. Pero el problema no se termina ahí.

El IPCC publicó su informe anterior, más amplio, en 2007. Desde entonces, se duplicaron los hallazgos científicos que demuestran que es un hecho irrefutable que el cambio climático es provocado por el ser humano. Sin embargo, aún existen poderosos negadores del cambio climático, financiados por la industria de los combustibles fósiles. Oxfam, una organización no gubernamental que lucha contra el hambre a nivel mundial, cuestiona a los negadores en un informe publicado la semana pasada, denominado “Hambre y calentamiento global: cómo impedir que el cambio climático haga fracasar la lucha contra el hambre. Tim Gore, de Oxfam, afirma que “los poderosos intereses económicos que actualmente están lucrando con este modelo económico tan dependiente del carbono, empresas como Exxon, son los que tienen más que perder con la transición hacia un modelo económico alternativo, justo y de bajas emisiones de carbono”. Impertérrito, ExxonMobil publicó su propio informe esta semana, tras el informe del IPCC , en el que afirma que es “muy improbable” que las políticas para combatir el cambio climático impidan que la empresa continúe produciendo y vendiendo combustibles fósiles en el corto plazo.

Las empresas productoras de combustibles fósiles como ExxonMobil ejercen una gran influencia en las políticas diseñadas para combatir el cambio climático, en particular en Estados Unidos. Esta semana, la Cámara de Representantes estadounidense aprobó una medida que obligaría a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica y a otros órganos relacionados a no hacer caso del cambio climático y centrarse, en cambio, en pronosticar un clima severo, pero sin mencionar las causas probables. Mientras tanto, a nivel estatal, el Senado de Tennessee aprobó un proyecto de ley que prohibe la inversión en determinadas formas de transporte público. Según el grupo ThinkProgress, la medida recibió importante financiamiento de los barones del petróleo Charles y David Koch. La influencia política de personas como los hermanos Koch probablemente se vuelva más directa tras el reciente fallo de la Corte Suprema en el caso McCutcheon contra la Comisión Federal Electoral que elimina el tope establecido de donaciones personales que pueden recibir los candidatos políticos.

Uno de los autores del informe del IPCC , el climatólogo bengalí Saleemul Huq, lo explicó de la siguiente manera en el programa Democracy Now!: “Las empresas de combustibles fósiles son las que abastecen de droga al resto del mundo, que es adicto y dependiente de los combustibles fósiles. Sin duda, vamos a tener que poner fin a nuestra adicción a los combustibles fósiles. Vamos a tener que dejar de depender de ellos si queremos una verdadera transición y evitar el tipo de aumento de la temperatura que mencionó, de hasta 4 grados Celsius. La única respuesta es abandonar el uso de los combustibles fósiles”.

Ese es el punto central de la crisis: los países que son los mayores contaminadores están obstruyendo un acuerdo vinculante a nivel mundial para combatir el cambio climático. En las negociaciones sobre cambio climático de las Naciones Unidas se pusieron de acuerdo con el resto del mundo, en principio, en limitar las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles que permitirían un aumento de la temperatura del planeta de tan solo dos grados Celsius. Sin embargo, los científicos afirman que esa meta se está volviendo cada vez más difícil de alcanzar y que afrontamos un aumento de la temperatura de 4 grados Celsius.

El catedrático de la Universidad de Princeton Michael Oppenheimer, otro de los autores del informe del IPCC , me dijo: “No se trata solamente de un problema para el resto del mundo…Tomemos, por ejemplo, el Huracán Sandy. Recordemos lo difícil que fue hacer frente a la tormenta. Así son las tormentas de hoy en día. Pensemos en lo que sucederá en los próximos 10, 20 o 30 años cuando aumente el nivel del mar y las tormentas, en la mayoría de los casos, sean más intensas”.

“Estados Unidos es adicto al petróleo”, afirmó el ex Presidente George W. Bush, un petrolero frustrado, durante el discurso sobre el Estado de la Unión en 2006. La clase política estadounidense está nadando en el dinero proveniente de los combustibles fósiles, que está ahogando la democracia. El cambio provendrá de las organizaciones de base, de los movimientos sociales, como el movimiento estudiantil que está presionando a los fondos de las universidades para que retiren sus inversiones de las empresas de combustibles fósiles, de las luchas comunitarias locales contra la fracturación hidráulica y de la creciente campaña de acción directa no violenta para impedir la construcción del oleoducto Keystone XL.

sexta-feira, 4 de abril de 2014

Linchamientos, sociedad y Estado

Stella Maldonado
Página 12

Los “linchamientos” concretos a los que hoy asistimos han sido precedidos por muchos años de linchamientos mediáticos. Se ha construido una otredad negativa desde los aparatos de formación de sentido común; la figura del delincuente subversivo que habilitó el silencio sobre los campos de concentración de la dictadura militar, ha sido reemplazada por la del “pibe chorro” el que supuestamente entra por una puerta y sale por otra. Pero la demagogia punitiva ha calado tan profundo en nuestra sociedad, capilarizando a todas las clases sociales (los vecinos organizados de Rosario son laburantes) que se han generado condiciones de enunciación para llamar justicia por mano propia a lo que claramente es homicidio calificado. Ahora, muchos se rasgan las vestiduras clamando por el Estado ausente, y los políticos en campaña utilizan oportunistamente el tema para posicionarse. Pero cuando desde el gobierno nacional se intenta hacer una reforma de la Justicia, hay quienes dicen que “se invade la división republicana de poderes”.

Esos mismos políticos y esos vecinos indignados miraron para otro lado, seguramente por miedo, cuando los gobiernos provinciales de distintos colores políticos pactaron salarios con las narcopolicías en medio del delito de sedición. Tampoco debe pasar desapercibida, por ejemplo, que es muy común que se incendie la casa de un supuesto violador, que se escrache a escuelas en las que supuestamente ha habido un abuso sexual a un niño o niña (transmitido en vivo y en directo por los canales de noticias) antes de que la Justicia encuentre inocente o culpable a los denunciados.

No podemos además dejar de reflexionar que en los últimos saqueos, promovidos y habilitados por la sedición policial, se robaron artículos prescindibles: electrónicos, informáticos, celulares. Un profesor cordobés vio al abanderado de su escuela secundaria robando zapatillas en el diciembre de los saqueos narcopoliciales. Hay una nueva pobreza en la Argentina que no es la relacionada con la falta de alimentos como 2001/2002, sino la imposibilidad de acceder a los objetos que se necesitan en la sociedad consumista para ser: “tener para ser”.

Hay mucho para hacer. Por supuesto los Estados deben asumir la responsabilidad para recuperar la autoridad del ejercicio pleno de la fuerza pública. Fuerzas de seguridad, Justicia y sistema penitenciario deben ser puestos en revisión y transformación total. La lucha contra el narcotráfico debe ser política de Estado. Desde la sociedad civil debemos hacernos cargo y trabajar por la profundización de la democracia, la justa distribución de la riqueza, la solidaridad, la cooperación, la no discriminación, la superación de la xenofobia, etc.

Desde la escuela también hay mucho que hacer. En primer lugar pedagogía de la presencia, los docentes debemos ser adultos significativos para nuestros niños y adolescentes. Desde las políticas educativas debe encararse con seriedad, continuidad y responsabilidad dos graves problemas de los sistemas educativos; por un lado la tasa de sobreedad con que egresan los chicos de la escuela primaria condiciona y obstaculiza la escolarización secundaria y se convierte en una de las causales del desgranamiento. Por otro lado, la falta de proyectos solidarios en las escuelas, edificios en los que se puedan desarrollar actividades artísticas, deportivas y culturales en general. Pensar la escuela como centro cívico, cultural y social del barrio es la tarea conjunta que debemos emprender educadores y autoridades educativas. Cimentar fuertes articulaciones entre las áreas de Educación, Salud, Trabajo y Desarrollo Social constituyen la llave maestra de la construcción de la justicia social.

quarta-feira, 2 de abril de 2014

Veteranos de Malvinas: Sobre el olvido y la justicia

Fernando de la Cuadra
El Clarín

El día 2 de abril de 1982 las tropas argentinas bajo el comando del General Mario Benjamín Menéndez desembarcaron en la Isla Soledad en el archipiélago de Las Malvinas y avanzaron en dirección de Puerto Argentino (Port Stanley), donde se encontraba la Gobernación de las Islas. Ello dio inicio a la guerra con el Reino Unido la que se extendió por dos meses y doce días y les costó la vida a 649 militares y civiles argentinos, en su gran mayoría jóvenes reclutas que se encontraban realizando su servicio militar. Eso todo el mundo lo sabe.

También estamos al corriente de las deplorables condiciones en que se encontraban los jóvenes soldados que combatieron en las islas, muchos sin los pertrechos y equipamientos mínimos necesarios para encarar una contienda de esa magnitud, ante navíos de guerra de última generación y a un ejército con enormes recursos tecnológicos y logísticos. Aparte de eso y tal como se desprende del testimonio de un ex combatiente: “durante la guerra los soldados argentinos no sólo tuvimos que combatir al enemigo, sino el hambre, el frío y la inaudita incompetencia y crueldad de nuestros propios jefes militares (…) Al margen de los errores tácticos y estratégicos que definieron la suerte de la guerra, lo que aparece como inaudito son los injustificados malos tratos, las crueldades de algunos oficiales y suboficiales hacia sus soldados como los estaqueos durante horas en la turba mojada, con temperaturas bajo cero. En su gran mayoría eran castigos por robar comida. El hambre dolía tanto como el frío austral.”.[1]

Ahora, lo que mucha gente todavía no sabe es que existe un grupo de casi 8.000 veteranos de la guerra que aún no reciben el reconocimiento oficial por parte del Estado argentino. Nos referimos a aquellos combatientes que intervinieron en el conflicto del Atlántico Sur, pero que no fueron destacados en las bases de guerra localizadas en las propias Malvinas. Estos soldados fueron movilizados hacia la zona austral del Teatro de Operaciones, específicamente en el sector continental del litoral patagónico. A pesar de que su participación en la guerra no estuvo confinada al territorio de las islas, ellos permanecieron durante todo el conflicto en la llamada Zona de Despliegue Continental, proporcionando apoyo logístico a las tropas que combatían en Malvinas y a la fuerza aérea que hacia incursiones en las zonas de combate. Este contingente además realizaba acciones de hostigamiento a las tropas británicas que buscaban retomar el control de las islas desde los portaviones y también desde las bases instaladas “clandestinamente” en territorio chileno.

Estos soldados siempre estuvieron expuestos ante la eventualidad de luchar, atacar y ser atacados por las fuerzas enemigas, o sea, siempre fueron combatientes y no se puede disminuir su relevante papel en ese conflicto bélico. Por dicho motivo, resulta inexplicable que hasta el día de hoy los veteranos que participaron en esa guerra desde la orilla continental, no sean reconocidos por el Estado como ex combatientes ni incluidos en la legislación vigente, a pesar de que la propia ley señala expresamente que tienen derechos a reconocimiento de veteranos de guerra todos aquellos que hayan participado en el conflicto Malvinas, sin importar el grado de protagonismo que hayan adquirido en el marco de esa conflagración. De hecho, entre las tropas instaladas en el litoral austral existen 17 bajas, las cuales son producto de los enfrentamientos y ataques aéreos que sufrieron por parte de las fuerzas británicas.

No obstante, mucho después de terminada la guerra -en los años noventa- el Estado argentino le dio el estatus de ex combatientes solamente a quienes figuraban como prisioneros de las tropas británicas y cuyos nombres constaban en la lista confeccionada por la Cruz Roja. En su momento, el argumento que fue esgrimido para no incluir a todos los soldados movilizados hacia el Teatro de Operaciones Atlántico Sur (TOAS) fue de carácter presupuestario. De esta manera, el resto de los militares que participaron en el conflicto no aparecen hasta la fecha en el padrón de veteranos de guerra y, por lo tanto, no tienen los beneficios correspondientes a su condición, como pensión y otros auxilios. Además sobre los veteranos ha caído el escarnio de la culpa por la derrota en la guerra y ellos mismos se perciben como una basura que es necesaria esconder bajo el tapete: “Volvimos de la guerra de noche y tapados, con el peso de la derrota sobre nuestro hombros. Solo fuimos recibidos por nuestras familias y el entorno próximo. El Estado se mantuvo ausente. Hasta que cada uno de nosotros no reciba su reconocimiento va a seguir en su puesto allá en el Sur”.[2]

Pero el tiempo y la actitud de un grupo de veteranos se ha encargado de esclarecer la injusticia cometida con los aproximadamente 8.000 ex soldados conscriptos que continúan olvidados por causa de una decisión errática y arbitraria. En efecto, a comienzos del año 2008, un conjunto de aproximadamente 400 ex combatientes instalaron un campamento en el sector sur de la Plaza de Mayo, a escasos metros de la Casa Rosada. Ellos exigen el reconocimiento de su participación en la guerra y, consecuentemente, su derecho para acceder a los beneficios e indemnizaciones que por ley les correspondería obtener del Estado argentino. El pasado 25 de febrero se cumplieron seis años desde que este colectivo de ex combatientes decidió instalar dicho campamento como forma de presionar y ser escuchados por el gobierno y los legisladores. Han sido seis años duros, en los que han tenido que enfrentar la represión y los intentos de desalojo por parte de la policía. Inclusive ya fueron atacados por los veteranos “reconocidos” que ven a este grupo como una amenaza, pues consideran que a partir de la ampliación del padrón de veteranos, los exiguos valores que les entrega el Estado van a tener que ser repartidos entre más beneficiarios.

Un importante avance en esta lucha fue que en el año 2009 el Ejército argentino realizó un estudio en el cual se concluye que: “No existen impedimentos legales tanto a nivel Nacional como Internacional para el reconocimiento como Veteranos de Guerra de Malvinas, en consideración al mayor riesgo corrido al entrar en una zona de guerra, que fue el ámbito operativo de la estructura militar de combate, y en cumplimiento de órdenes superiores. Esto fue así considerado al entender que existía riesgo físico y psíquico tanto en el TOAS como dentro de la Zona de Despliegue Continental, sin hacer distinción entre ambos”.[3]

Seis años se han pasado y los veteranos continúan allí, con la perseverancia y la unidad que solo puede dar la convicción de una causa justa. Y no pierden la esperanza de ver una solución a corto plazo. Tienen la palabra del gobierno y de muchos congresistas, sin embargo, su cruzada continuará hasta que no tengan la anhelada justicia y el reconocimiento de su condición de veteranos en una guerra infame. Junto al campamento levantado en Plaza de Mayo se puede ver un enorme mural que representa la estrategia de los poderosos y el dolor de la batalla estampada en los rostros de los soldados. Es un homenaje a todos los caídos y un apelo a la memoria de los pueblos, porque como bien sabemos “la memoria pincha hasta sangrar a los pueblos que la arrancan y no la dejan andar…”

NOTAS
[1] Edgardo Esteban, “Malvinas: la guerra, el hombre”, Página 12, 02/04/2011.
[2] Testimonio recuperado en el documental “Tras un manto”, realizado por José Duacastella para el Grupo de Veteranos de Guerra Malvinas no reconocidos, Campamento TOAS Plaza de Mayo.
[3] Dictamen n° 27869/08 – CIJ N° 1885/09 del Ministerio de Defensa, República Argentina.

terça-feira, 1 de abril de 2014

Sobre o Golpe e outros demônios

Theresa Hilcar
Correio do Estado

O jornalista Luiz Carlos Azedo tinha apenas 12 anos de idade quando aconteceu o Golpe de 64. No entanto, pode dar detalhes minuciosos e fazer análise imparcial sobre a história do Brasil, antes e depois do Golpe Militar, que completa 50 anos. Filho de pais comunistas, participou desde a juventude dos movimentos políticos. Como filiado ao PCB, dirigiu o semanário da entidade e, mais tarde, entrou para a cúpula da Executiva Nacional do partido exercendo o cargo de secretário. No jornalismo tornou-se profissional reconhecido nacionalmente, e um dos principais analistas políticos de Brasília. Atualmente escreve no jornal Correio Brasiliense e faz comentários políticos no Blog do Azedo. Nesta entrevista exclusiva, durante sua passagem por Campo Grande a convite da Fundação Astrojildo Pereira, Azedo fala sobre os motivos do Golpe de 64 e sobre os movimentos de rua da atualidade. Segundo ele, o golpismo impregnava tanto nas forças mais conservadores quanto nas forças de esquerda. E chama a atenção para clamores equivocados. “As coisas não se resolvem no embate entre o velho e o novo. Elas se resolvem dentro de cada geração”.

Na sua opinião, quais são os principais fatores que levaram ao golpe de 1964?

Primeiro havia um acirramento da guerra fria. Desde a crise dos mísseis em Cuba que o então presidente dos EUA, Kennedy, estava preocupado com o Brasil. Hoje a gente sabe que ele havia discutido com o embaixador e a cúpula norte-americana a possibilidade de uma intervenção no País caso o Jango avançasse na direção de uma aliança com a esquerda: China, Cuba, União Soviética. Com o bloco socialista. E este acirramento no plano internacional também se dava no Brasil na disputa da política interna. De certa forma determinado por três ou quatro fatores: primeiro na economia, onde a inflação era galopante, na casa dos 45 por cento.

Segundo, havia uma situação de impasse do ponto de vista da estratégia de desenvolvimento, o processo de exportações tinha entrado numa espécie de encruzilhada; para se manter no processo a economia precisava modernizar sua agricultura, enquanto a esquerda propunha reforma agrária; também havia questões para resolver quanto ao desenvolvimento do setor energético, a discussão sobre estatização do petróleo, problemas sobre concessão da light, do gás (que a esquerda queria estatizar). Ou seja, o país precisa de investimento, mas as opiniões quanto à natureza deste investimento não eram consenso. A esquerda discordava dos setores privados e conservadores que queriam minimizar a interferência do Estado e deixar na mão dos mercados.

A terceira questão, de grande peso, foram as eleições de 1965. Havia dois candidatos: Carlos Lacerda – UDN (com 27 % de intenção de votos) e o Juscelino Kubistchek– PSD (com 38% de intenção de votos). A esquerda não aceitava a volta do Juscelino, e forçava para lançar o Brizola, com o apoio do João Goulart. Isto ajudou a isolar o governo Goulart, que já era fraco, porque, além de não ter sido eleito (Jango tomou posse com a renúncia do Jânio Quadros), havia tentado decretar estado de sítio em São Paulo e Rio de Janeiro na tentativa de destituir os dois governadores. Isto acirrou o quadro político.

E o quarto fator, e mais importante, foi o golpismo que impregnava tanto nas forças mais conservadores quanto nas forças de esquerda. O golpismo vem da concepção do positivismo, uma ideologia que se baseia no estado centralizado, vertical e que predomina na política brasileira desde Floriano Peixoto, passando por Getúlio Vargas e Geisel. O golpismo existia nos dois lados. A ideia de resolver as coisas via ação militar impregnou a política brasileira desde a década de 1920.

No documentário “O dia que durou 21 anos”, o embaixador norte-americano Lincoln Gordon aparece como principal articulador do golpe. Até que ponto os EUA tiveram influência no que aconteceu?

Eu tenho opinião preliminar sobre este assunto. Assim como durante todo o período da ditadura a história era contada a partir da perspectiva dos militares - Intentona comunista, terrorismos e tal -, depois da democratização, na literatura com as biografias e no cinema, as cinematografias, a revisão da história tem sido feita com sinal trocado. Na minha opinião, há um certo desequilíbrio na maneira de ver as coisas. Na maioria dos casos, esta maneira de contar a história é uma forma artística de apreensão da realidade. E como toda forma artística de apreensão da realidade, aborda-se sobretudo a emoção. E a emoção de certa forma às vezes se sobrepõe à razão. Isto dá o caráter de arte. Eu acho que nós temos que romper este maniqueísmo na hora de ver as coisas. Houve um peso decisivo dos EUA no golpe, o embaixador foi um personagem do golpe, ele tinha relações com militares brasileiros, era um homem de inteligência militar numa guerra fria e não pode ser subestimado como personagem. Mas há um duplo engano em a absolutizar a participação dele, porque de um lado vai glamourizar a imagem do Kennedy, como um grande presidente, bonzinho, quando a gente sabe que ele também estava por detrás de tudo isto. Por outro lado se dá aos EUA um peso exagerado, quando o fator determinante no golpe não foi a correlação de forças internacionais, mas a correlação de forças internas.

Jango foi um político fraco?

Há controvérsias. Ele não foi o político mais brilhante da sua geração. Ele não foi mais brilhante que Tancredo, que Santiago Dantas ou Carlos Lacerda. Ele era pragmático, com carreira construída junto aos sindicatos, herdeiro da tradição castilhista, dos políticos gaúchos - de Borges de Medeiros e Getúlio Vargas. E foi eleito vice-presidente por causa de uma manobra de sindicalistas de São Paulo. Sem querer desmerecer o papel de Jango na história -nem o fato de que ele sempre ficou do lado dos trabalhadores e do povo-, mas ele não era político com talento suficiente para enfrentar aquela situação. Ele se deixou seduzir pelo golpismo, o mesmo que tentou impedir a posse dele. O fato de Jango não ter resistido não foi algo negativo. Do contrário, o Brasil teria mergulhado num banho de sangue. Maior do que aconteceu na Argentina e no Chile. E de qualquer forma eles seriam vitoriosos.

A sensação é que não houve reação ao golpe.

Na verdade, boa parte da classe política apoiou o golpe. Porque nós vivíamos um processo de radicalização política, de bagunça mesmo. O presidente estava num processo de desmoralização de sua autoridade. Havia uma divisão clara, mesmo entre as forças liberais. A esquerda se opunha à candidatura do Brizola (cunhado de Jango) e achava que a candidatura de Juscelino seria retroceder na história. E não era. Retrocedemos com os 21 anos de ditadura. Depois do golpe os militares deixaram claro que eles não estavam ali apenas para tirar o presidente e garantir as eleições, mas para ficar mais tempo e dominar a situação. Foi aí que todo mundo se juntou, a esquerda se juntou. A primeira força política que detectou que aquilo não era apenas um golpe, mas uma ditadura de característica fascista, foi o comunismo.

Você disse em sua palestra na UFMS que houve certa glamourização da luta armada. Como é isto?

Eu acho que a luta armada não teve o peso que atribuem a ela. Além disto, na minha opinião, ignora-se solenemente o papel de milhares de militantes e dirigentes políticos que sacrificaram a vida pela volta da democracia e não pegaram em armas. No caso do PCB, além dos milhares que foram presos, 12 membros do Comitê Central foram assassinados na tortura. Eles não foram mortos porque eram terroristas ou tinham sequestrado embaixador. Eles foram mortos porque estavam na resistência ao regime, fazendo trabalho de formiguinha nos diretórios acadêmicos, nas comunidades, vivendo na clandestinidade e em situações adversas.

Em algum momento a presidente Dilma se beneficiou politicamente do fato de ter participado da luta armada?

A presidente assumiu apenas a condição de vítima da tortura. O resto está apenas na biografia dela. Ela nunca defendeu o assalto à casa da amante do Ademar de Barros, as ações que ela participou com o grupo nunca foram postas. O que acontece é que o pessoal da luta armada se sente como sendo vitorioso. E com a Dilma na presidência fica a sensação de que “alguém deles chegou lá”. Eu destaco isto porque existe uma injustiça histórica. Há uma tentativa de apagar a história como se tudo tivesse começado com a formação do PT. E como se entre o Araguaia e o PT não tivesse acontecido nada. A formação do PT já é fruto de muita luta e muita resistência. É óbvio que as greves do ABC deram a Lula um protagonismo muito grande. Mesmo assim, isto não foi decisivo na história democrática. Os liberais, pessoas como Ulisses Guimarães, tiveram maior importância que a esquerda. Há uma dupla injustiça neste sentido, que se faz com personalidades que lutaram para que o País voltasse a ser democrático, cujas memórias tentaram apagar.

O PT tem projeto totalitário?

Existem no PT várias correntes. Se você ler o “18 Brumário”, a restauração de Napoleão, você vai ver que as forças revolucionárias foram sendo progressivamente domadas pelas classes dominantes, de uma tal forma, que num determinado momento elas tentaram restabelecer a monarquia, como foi o caso da França. Por isto que Marx cunha aquela frase: “a história se repete primeiro como farsa, depois como tragédia”. Neste livro, Marx cunha outra expressão muito interessante: o “cretinismo parlamentar”, que é o deslocamento do parlamentar para servir ao poder, um tipo de cooptação pelo poder, forças acomodadas ao status quo, ativas ou passivamente. Ao fazer isto, resultam no transformismo do partido político. Então o que aconteceu no Brasil é que a ascensão do PT ao poder, de certa maneira, contaminou o partido, que antes era uma força de contestação, com um certo cretinismo parlamentar e um certo transformismo político. Por exemplo: no mundo inteiro a esquerda foi antimonopolista, defendia a pequena e média empresa (França, Itália principalmente), mas no Brasil, o PT, quando chega ao poder, começa a defender a formação de grandes monopólios financiados pelo partido dos trabalhadores. Há uma estratégia de fortalecimento do capitalismo de Estado, que é uma fusão do governo e grandes lucros econômicos de caráter financeiro que se beneficiam entre si. Há casos escandalosos, inclusive de fracassos, como foi o caso do Eike Batista. Num determinado momento ele era o modelo do capitalismo bem sucedido, que lutava de igual pra igual com as grandes multinacionais.

Isto não é transformismo para um Partido Operário? Porque o PT é um partido de base operária. Quer dizer, são questões que um dia terão que ser discutidas. Agora todo partido no poder quer continuar. Quem vai impedir que ele continue é a vontade popular e a existência de um sistema eleitoral que garanta a alternância de poder. Nós temos a democracia das massas. Não há país com eleições mais limpas no mundo que o Brasil. No mesmo dia você sabe quem é o presidente. Então não acho que o PT é vocacionado para se perpetuar no poder impondo uma ditadura. Eles provaram, no caso do mensalão, que a questão da legitimidade dos meios não é uma coisa bem resolvida entre eles. Além disto, a forma como eles travam a luta política, em determinada circunstância, é pouco democrática. Esse hegemonismo petista pode, sim, resultar num processo autoritário. Mas isto não está no DNA do PT. Até porque eles estão copiando métodos políticos das forças conservadoras do País. Não estão inventando nada.

Nos últimos tempos, temos visto diversos tipos de movimentos, nas ruas e nas redes sociais. Há inclusive radicais que pedem a volta dos militares ao poder. O que você acha que estas manifestações populares querem dizer?

Eu acho que o povo - pra usar uma expressão de que gosto muito - astucia as coisas. O povo está cada vez mais experiente. Inclusive do ponto de vista político eleitoral, por incrível que pareça. Porque, desde a redemocratização do País, com as eleições e as regras do jogo mais ou menos equilibradas, ele sabe o quanto o voto dele vale. O peso da boca de urna vem diminuindo cada vez menos nas últimas eleições. Seja porque a repressão da Justiça eleitoral mudou, mas também porque as pessoas já chegam sabendo em quem vão votar. Principalmente em eleições majoritárias. Ganha quem o povo quer que ganhe. A Dilma é presidente porque o povo escolheu. Isto quer dizer que o povo tem razão, que o povo não erra? Não. O povo erra. Mas o processo é que o povo escolha. É muito melhor que o povo erre escolhendo por ele mesmo. Foi por não entender coisas desta natureza que aconteceu o golpe de 64. O que levou as forças a se radicalizarem naquele momento pré 64 foi o fato de elas não estarem interessadas nas eleições. Elas não queriam que o povo escolhesse o candidato em 1965. E a esquerda embarcou nisto, na medida em que ela via o Juscelino como ameaça. E quis mudar a constituição, fazer um choque na marra achando que ia ganhar. E perdeu. Então esta questão tem que estar clara. Não é porque eu acho que o PT não é o melhor que eu vou questionar a legitimidade do exercício do poder pelo PT. O povo elegeu. Agora, eu só vou respeitar esta legitimidade até o momento em que eles respeitarem as regras do jogo. Na hora em que eles começaram a usar o poder para mudar o jogo, aí eu me retiro. Porque a democracia pressupõe alternância de poder.