segunda-feira, 26 de setembro de 2016

El estado de vigilancia en los países libres

Noam Chomsky
Página 12

En los últimos tiempos, hemos aprendido mucho sobre la naturaleza del poder del Estado y las fuerzas que impulsan sus políticas, además de aprender sobre un asunto estrechamente vinculado: el sutil y diferenciado concepto de la transparencia. La fuente de la instrucción, por supuesto, es el conjunto de documentos referidos al sistema de vigilancia de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) dados a conocer por el valeroso luchador por la libertad, el señor Edward J. Snowden, resumidos y analizados de gran forma por su colaborador Glenn Greenwald en su nuevo libro No Place to Hide (Sin lugar donde esconderse).

Los documentos revelan un notable proyecto destinado a exponer a la vigilancia del Estado información vital acerca de toda persona que tenga la mala suerte de caer en las garras del gigante, que viene a ser, en principio, toda persona vinculada con la moderna sociedad digital. Nada tan ambicioso fue jamás imaginado por los profetas distópicos que describieron escalofriantes sociedades totalitarias que nos esperaban.

No es un detalle menor el hecho que el proyecto sea ejecutado en uno de los países más libres del planeta y en radical violación de la Carta de Derechos de la Constitución de Estados Unidos, que protege a los ciudadanos de persecuciones y capturas sin motivo y garantiza la privacidad de sus individuos, de sus hogares, sus documentos y pertenencias. Por mucho que los abogados del gobierno lo intenten, no hay forma de reconciliar estos principios con el asalto a la población que revelan los documentos de Snowden.

También vale la pena recordar que la defensa de los derechos fundamentales a la privacidad contribuyó a provocar la revolución de independencia de esta nación. En el siglo XVIII el tirano era el gobierno británico, que se arrogaba el derecho de inmiscuirse en el hogar y en la vida de los colonos de estas tierras. Hoy, es el propio gobierno de los propios ciudadanos estadounidenses el que se arroga este derecho.

Todavía hoy Gran Bretaña mantiene la misma postura que provocó la rebelión de los colonos, aunque a una escala menor, pues el centro del poder se ha desplazado en los asuntos internacionales. Según The Guardian y a partir de documentos suministrados por Snowden, el gobierno británico ha solicitado a la NSA analizar y retener todos los números de faxes y teléfonos celulares, mensajes de correo electrónico y direcciones IP de ciudadanos británicos que capture su red.

Sin duda los ciudadanos británicos (como otros clientes internacionales) deben estar encantados de saber que la NSA recibe o intercepta de manera rutinaria routers, servidores y otros dispositivos computacionales exportados desde Estados Unidos para poder implantar instrumentos de espionaje en sus máquinas, tal como lo informa Greenwald en su libro. Al tiempo que el gigante satisface su curiosidad, cada cosa que cualquiera de nosotros escribe en un teclado de computadora podría estar siendo enviado en este mismo momento a las cada vez más enormes bases de datos del presidente Obama en Utah.

Por otra parte y valiéndose de otros recursos, el constitucionalista de la Casa Blanca parece decidido a demoler los fundamentos de nuestras libertades civiles, haciendo que el principio básico de presunción de inocencia, que se remonta a la Carta Magna de hace 800 años, ha sido echado al olvido desde hace mucho tiempo.

Pero esa no es la única violación a los principios éticos y legales básicos. Recientemente, el The New York Times informó sobre la angustia de un juez federal que tenía que decidir si permitía o no que alimentaran por la fuerza a un prisionero español en huelga de hambre, el que protestaba de esa forma contra su encarcelamiento. No se expresó angustia alguna sobre el hecho de que ese hombre lleva doce años preso en Guantánamo sin haber sido juzgado jamás, otra de las muchas víctimas del líder del mundo libre, quien reivindica el derecho de mantener prisioneros sin cargos y someterlos a torturas.

Estas revelaciones nos inducen a indagar más a fondo en la política del Estado y en los factores que lo impulsan. La versión habitual que recibimos es que el objetivo primario de dichas políticas es la seguridad y la defensa contra nuestros enemigos. Esa doctrina nos obliga a formularnos algunas preguntas: ¿la seguridad de quién y la defensa contra qué enemigos? Las respuestas ya han sido remarcadas, de forma dramática, por las revelaciones de Snowden.

Las actuales políticas están pensadas para proteger la autoridad estatal y los poderes nacionales concentrados en unos pocos grupos, defendiéndolos contra un enemigo muy temido: su propia población, que, claro, puede convertirse en un gran peligro si no se controla debidamente. Desde hace tiempo se sabe que poseer información sobre un enemigo es esencial para controlarlo. Obama tiene una serie de distinguidos predecesores en esta práctica, aunque sus propias contribuciones han llegado a niveles sin precedentes, como hoy sabemos gracias al trabajo de Snowden, Greenwald y algunos otros.

Para defenderse del enemigo interno, el poder del Estado y el poder concentrado de los grandes negocios privados, esas dos entidades deben mantenerse ocultas. Por el contrario, el enemigo debe estar completamente expuesto a la vigilancia de la autoridad del Estado. Este principio fue lúcidamente explicado años atrás por el intelectual y especialista en políticas, el profesor Samuel P. Huntington, quien nos enseñó que el poder se mantiene fuerte cuando permanece en la sombra; expuesto a la luz, comienza a evaporarse.

El mismo Huntington lo ilustró de una forma explícita. Según él, “es posible que tengamos que vender [intervención directa o alguna otra forma de acción militar] de tal forma que se cree la impresión errónea de que estamos combatiendo a la Unión Soviética. Eso es lo que Estados Unidos ha venido haciendo desde la doctrina Truman, ya desde el principio de la Guerra Fría”.

La percepción de Huntington acerca del poder y de la política de Estado era a la vez precisa y visionaria. Cuando escribió esas palabras, en 1981, el gobierno de Ronald Reagan emprendía su guerra contra el terror, que pronto se convirtió en una guerra terrorista, asesina y brutal, primero en América Central, la que se extendió luego mucho más allá del sur de África, Asia y Medio Oriente.

Desde ese día en adelante, para exportar la violencia y la subversión al extranjero, o aplicar la represión y la violación de garantías individuales dentro de su propio país, el poder del Estado ha buscado crear la impresión errónea de que lo que estamos en realidad combatiendo es el terrorismo, aunque hay otras opciones: capos de la droga, islamistas locos empeñados en tener armas nucleares y otros ogros que, se nos dice una y otra vez, quieren atacarnos y destruirnos.

A lo largo de todo el proceso, el principio básico es el mismo. El poder no se debe exponer a la luz del día. Edward Snowden se ha convertido en el criminal más buscado por no entender esta máxima inviolable. En pocas palabras, debe haber completa transparencia para la población pero ninguna para los poderes que deben defenderse de ese terrible enemigo interno.

quarta-feira, 21 de setembro de 2016

El decrecimiento como alternativa para superar la crisis ambiental

Álvaro Lopez
Decrecimiento

Una persona en Estados Unidos consume 4 veces más energía que un argentino y 265 veces más que un nigeriano. Si tenemos en cuenta la cantidad de CO2 generada por cada estadounidense, ésta supera en 3,7 veces la producción de un argentino y 34 veces la de un nigeriano. Finalmente, y como medida de consumo, el PBI per cápita de un estadounidense es 4,37 veces mayor al de un argentino y 427 veces mayor al de un nigeriano. Esta breve comparación es indicativa de la gran desigualdad en el mundo, no solo referida a los aspectos económicos, sino también a los impactos ambientales de los distintos países.

En este periodo histórico la humanidad o parte de ella comienza a tener conciencia de la finitud del planeta y que es imposible lograr un nivel de consumo o de igualdad en todos los habitantes al mismo nivel que los estadounidenses/europeos, como así también es injusto que los países “desarrollados” despilfarren los recursos naturales recibiendo el resto solo las migajas de su progreso.

En este planeta finito los recursos naturales tienen un límite, y la acción antrópica desde la revolución industrial en adelante ha llevado a superar dichos límites de sustentabilidad de la tierra, lo cual se observa en la actualidad con ejemplos marcados en la reducción de biodiversidad, calentamiento global, contaminación del aire, contaminación del agua, grandes inestabilidades climáticas (acentuadas por el mal uso de los recursos naturales) que derivan en sequías, inundaciones, tornados, avances de plagas y enfermedades, reducción de la producción agrícola, etc.

La respuesta política a estos problemas (según podemos observar en los acuerdos alcanzados en la COP21) se centra en la adaptación al cambio climático –adaptarnos a que el clima nos destruya y aguantar–, en la mitigación (disminuir la cantidad de gases del efecto invernadero) y en una serie de medidas que involucran aportes financieros para estos fines y otras políticas.

En general estos acuerdos son vulnerables a las políticas económicas definidas en el interior de cada uno de los países, son compromisos futuros que implican acciones que indirectamente dependen de su factibilidad económica, más en un mundo donde prima lo global, lo financiero, el consumo y el crecimiento económico.

Pero debemos estar atentos a la alerta que nos marca el planeta, los efectos del cambio climático son tangibles, es hora de cambiar el rumbo. Una de las alternativas para este fin es la teoría del decrecimiento de Serge Latouche. Ésta se plantea como un slogan para generar impacto, refiriendo a que la humanidad debe cambiar sus hábitos, dejar de ser un mundo donde se vale por lo que se consume, donde todo el resto de los valores son precarios (el amor, el trabajo, el ser humano). Serge Latouche plantea que “hay que sobrevivir al desarrollo, descolonizarse del imaginario económico y empezar a construir una sociedad alternativa”. Esta sociedad alternativa tiene que ser tomada como base política para los gobernantes del mundo, para que empiecen a pensar en otro modelo de desarrollo, dejando de lado el modelo capitalista que se sustenta mediante el “hiperdesarrollo”, la “hiperproducción” y el “hiperconsumo”, degradando y destruyendo tanto la biodiversidad como los recursos naturales, aportando de manera creciente a la emisión de gases del efecto invernadero.

Este nuevo modelo debe tomar la forma de una economía de decrecimiento, implicando no solo una mayor concientización ecológica sino también un cambio en las formas de vivir, consumir y producir. Una nueva manera de organizarnos socialmente y económicamente.

quinta-feira, 15 de setembro de 2016

O Brasil não merece

Kjeld Jakobsen
Teoria e Debate

Há um debate acadêmico corrente sobre se os diplomatas são servidores de Estado ou de governo. Os diplomatas que defendem a primeira opção, particularmente aqueles que criticam a política externa brasileira levada adiante pelo governo Lula e Dilma, o fazem argumentando que trata-se de uma política de Estado e não de governos ou de partidos. Além disso, a política brasileira representaria um “consenso” construído ao longo de décadas de atuação do Itamaraty. Dessa forma, a burocracia do Ministério das Relações Exteriores também se insularia da incidência do próprio governo e de grupos de interesse da sociedade civil sobre a política externa, podendo se dedicar à evolução de sua própria carreira profissional.

O contraponto a essa visão é reconhecer a política externa como uma política pública, embora com algumas características diferentes das demais por administrar relações internacionais e tratados com caráter duradouro ou permanente. Porém, como dizia o ex-ministro de Relações Exteriores, embaixador Celso Amorim, para servir ao Estado é necessário servir ao governo, e as circunstâncias que o governo enfrenta podem se alterar afetando a política. Além disso, um consenso cada vez maior entre os especialistas em relações internacionais é a crescente transnacionalização das relações internacionais e o fato de o Estado ter deixado de ser o ator unitário delas há muito tempo, compartilhando essa responsabilidade com outras esferas de governo, organizações sociais, empresários, sindicatos, entre outros.

Contudo, o atual ministro golpista das Relações Exteriores do Brasil, senador José Serra, simplesmente atropelou esse debate e submeteu a burocracia do Itamaraty não apenas a serviço de sua visão de política externa e à de seu partido, mas também à sua campanha para a Presidência da República em 2018.

No que tange ao primeiro aspecto, ele resolveu se relacionar prioritariamente com os partidos políticos de direita na América Latina, mesmo em detrimento de governos legítimos como os da Venezuela, Bolívia e outros, inclusive hostilizando-os como tem feito constantemente com o governo Maduro. Dessa forma estabeleceu alianças prioritárias com os governos Cartes do Paraguai e Macri da Argentina, além de ofender o governo do Uruguai ao tentar cooptá-lo por meio da oferta de participação em negociações comerciais internacionais. Serra já registra em seu currículo a provocação de desavenças com a Organização para a Cooperação do Desenvolvimento Econômico (OCDE), Organização dos Estados Americanos (OEA), Venezuela, Equador, Bolívia e Uruguai. Durante os governos Lula e Dilma sempre houve relações respeitosas com todos os países, mesmo quando não havia afinidades ideológicas, como era o caso do governo Uribe da Colômbia, com quem o presidente Lula se encontrou diversas vezes para discutir tema de interesse das duas nações.

O próximo passo de Serra será impor ao Itamaraty, gostem os diplomatas ou não, a adesão do Brasil aos acordos econômicos de nova geração como TPP e Tisa, além de promover a entrega do nosso petróleo às empresas multinacionais, pois é delas que ele espera o apoio à sua campanha para presidente da República em 2018, além da vocação entreguista de seu partido e de sua coalizão política. Seria engraçado, se não fosse trágico, que seu partido gosta do desenvolvimento do capitalismo, mas não no Brasil!

A submissão do Itamaraty a seus planos eleitorais começou pela portaria que orientou todas as repartições diplomáticas a defenderem o golpe de Estado que tirou a presidenta Dilma do governo sob a alegação de que a Constituição foi cumprida. De fato, o rito foi seguido, o único detalhe é que não havia crime que o justificasse. Durante a Conferência Anual da Organização Internacional do Trabalho (OIT) deste ano, um jovem diplomata da Missão de Genebra passou, porque quis, pelo constrangimento de ser interrompido ao defender o golpe pelo presidente de uma das Comissões de Trabalho, sendo alertado que não se tratava da pauta da discussão, além de gerar ruidosa indignação na delegação dos trabalhadores.

Pouco depois, o ex-ministro de Relações Exteriores da presidenta Dilma, embaixador Luiz Alberto Figueiredo, que servia à Embaixada do Brasil nos Estados Unidos, tentou usar o mesmo argumento contra a denúncia do golpe por quarenta parlamentares americanos. Apesar de sua atitude cordata, foi transferido para a embaixada em Portugal, para dar lugar ao tucano Sérgio Amaral. Portugal é um país que tem muita afinidade cultural com o Brasil, mas é para onde frequentemente são nomeados embaixadores sem vínculo com a diplomacia, como o ex-chefe do SNI do governo Médici, general Carlos Alberto da Fontoura nos anos 1970, ou mais recentemente políticos como José Aparecido de Oliveira e Paes de Andrade.

O aparelhamento do Itamaraty para os fins políticos de Serra ficou ainda mais evidente na medida em que ele deslocou dois assessores, que não têm qualquer relação com política externa, de seu gabinete no Senado para o ministério. Um deles é um egresso da Polícia Militar de São Paulo, Hideo Augusto Dendini, envolvido com o Massacre do Carandiru em 1992, e o outro, Luiz Paulo Alves Araújo, investigado na operação Satiagraha. Para completar o quadro de “tutti buona gente” que cerca o chanceler golpista, ele concedeu passaporte diplomático para um pastor da Assembleia de Deus e sua esposa, sendo este investigado pela Lava Jato como suspeito de intermediar propina para o ex-presidente da Câmara de Deputados Eduardo Cunha. Realmente, ninguém merece!

domingo, 11 de setembro de 2016

Con Allende en la memoria...

















Palacio de La Moneda, Santiago de Chile, 11/09/1973

Seguramente esta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación. Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron los soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha auto designado, más el señor Mendoza, general rastrero... que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.

Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza.

La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los Colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos... porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores. El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición, pretende imponerse. Sigan ustedes, sabiendo, que mucho más temprano que tarde, de nuevo, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores! Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza, de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.

sábado, 3 de setembro de 2016

Brasil: Uma tragédia e um escândalo

Editorial
The Guardian

Uma oposição desacreditada irá tomar o poder de um desacreditado PT. É difícil imaginar uma paisagem mais pessimista para o Brasil.

Desde quando Stefan Zweig, escrevendo em 1941, descreveu o Brasil como “terra do futuro”, o país tem falhado em alcançar a promessa que seu tamanho, seus recursos e sua distância das guerras e problemas que afligem outras partes do mundo oferece. Houve momentos em que essa promessa pareceu próxima de se realizar, mas tais esperanças foram de novo destruídas. O mais recente momento veio com a ascensão ao poder do presidente Luiz Inácio Lula da Silva em 2003. Lula e seu Partido dos Trabalhadores, trouxeram novas ideias, nova energia e um novo estilo para a política brasileira desfigurada pela corrupção, clientelismo, e procrastinação persistente em face dos problemas que enfrentava a nação.

O PT era um partido real, com uma base massiva ao redor do país, uma ideologia coerente, um senso moral aparentemente forte – características que outras formações políticas não possuíam em sua maioria. As políticas sociais de Lula trouxeram a ele e ao PT imensa popularidade, reeleição para um segundo mandato, e ajuda para sua sucessora, Dilma Rousseff, nas vitórias em 2010 e 2014. Desde então, a história se construiu cada vez mais obscura até chegar a uma triste fase baixa quando no domingo 24 de abril a Câmara dos Deputados votou pelo impeachment da presidente. E poderia ficar pior, porque o impeachment, longe de ajudar a resolver a polarização política e social do Brasil, exacerbou ambas.

A parede de aço erguida ao longo da Esplanada, uma faixa de parque no centro de Brasília, para prevenir que os manifestantes pró e contra Dilma se confrontem fisicamente durante a votação do impeachment, foi um símbolo do crescimento da polarização. O historiador, José Murilo de Carvalho, disse recentemente que a radicalização e a intolerância no país alcançaram um ponto muito perigoso.

Como as coisas acabaram tão mal? A resposta variada pode ser encontrada na mudança econômica global, na personalidade da presidente, na conformidade do PT com um sistema corrupto de financiamento partidário, no escândalo que explodiu expondo o sistema, e na relação disfuncional do executivo e dos legisladores do país. A economia caiu em declínio quando os preços das commodities, que são as principais exportações do Brasil, caíram bruscamente. O crescimento desacelerou, e depois parou, e depois se reverteu; o emprego fraquejou; os preços subiram e as provisões sociais que Lula introduziu se tornaram mais difíceis de financiar. O próprio PT, uma vez o partido menos corrupto do país, escolheu resolver seus problemas financeiros mergulhando em um duto de dinheiro desviado da Petrobras, a companhia de petróleo estatal. Seus aliados da coalizão, e outros partidos, também participaram.

Finalmente, a constituição brasileira, que casa uma presidente eleita popularmente com uma lista aberta de votação para os membros do Congresso, é uma receita para o conflito. Um líder teoricamente poderoso é, como conseqüência, confrontado por uma gama de partidos que ele ou ela devem cortejar com empregos, ministérios e compromissos políticos se uma coalizão de apoio ao presidente for formada no Congresso. O resultado pode ser um executivo que perdeu metade de seu espaço de manobra antes mesmo de ter começado a tentar mandar. Lula era um mestre em gerenciar essas contradições. A presidente Rousseff, inconsistente, não possuía tais habilidades.

Quando o Promotor-Geral e a polícia federal começaram a investigar o caso da Petrobras, e o juíz federal Sergio Moro então o conduziu, eles previram os danos que essas revelações causariam? Provavelmente não: a intenção parece ter sido a de purificar a política brasileira, tomando como precedente a investigação “mãos limpas” da Itália nos anos 1990.

Mas o resultado paradoxal é o oposto. A própria presidente não foi implicada no escândalo da Petrobras. As bases para seu impeachment são as de que ela manipulou fundos estatais antes da última eleição - nada mais que um delito para os padrões brasileiros. Mas quase todos envolvidos em seu impeachment são suspeitos de corrupção, incluindo Eduardo Cunha, o presidente [agora afastado] da Câmara dos Deputados.

Agora, muitos temem que a campanha anti-corrupção irá se esvair, a parte de uma concentração final de ataques a Lula. Michel Temer, o ex vice-presidente irá encarar os mesmos problemas que derrotaram Dilma Rousseff, e suas chances de lidar com eles efetivamente devem ser taxadas como baixas. Uma oposição desacreditada irá tomar o poder de um desacreditado PT. É difícil imaginar uma paisagem mais pessimista para o Brasil.

quinta-feira, 1 de setembro de 2016

Brasil: “Se viene un período de movilizaciones y repudio popular al nuevo gobierno”

Meritxell Freixas
El Ciudadano

Tras el “golpe” perpetrado por los sectores derechistas del país contra la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, a quien inhabilitaron de su cargo por 61 votos a favor y 20 en contra, es momento de analizar cómo queda el contexto político brasileño.

El presidente interino, Michel Temer, consolida su gobierno, que liderará hasta el próximo 2018. ¿Qué medidas prentende impulsar Temer? ¿Cómo lo recibirá la sociedad brasileña? ¿Qué futuro le espera al PT y a sus líderes a partir de ahora?

El Ciudadano conversó con el doctor en Ciencias Sociales y profesor de Ciencia Política de la Facultad de Derecho de la Universidad Estácio de Sá (Brasil), Fernando de la Cuadra, poner un poco más de luz a todas estas cuestiones.

¿Qué es lo que se viene para el país con la consolidación del gobierno de Temer, que a su vez pone fin a 13 años de liderazgo del PT?

Pienso que fundamentalmente se vienen dos escenarios. El primero es que las reformas que hasta ahora venían siendo anunciadas en sordina o tímidamente, van a adquirir fuerza. Es decir, ahora que fue ratificado el alejamiento definitivo de la presidenta, el hasta ahora interino Michel Temer prepara con su equipo ministerial las medidas que aplicará hasta el final de su mandato. La mayoría de ellas marcada por el principio de austeridad, como los cambios propuestos en el sistema previsional o los recortes que se aplicarán a las políticas sociales. Junto con ello el gobierno instalado deberá lanzar otros programas visiblemente impopulares, como la eliminación del Programa Nacional de Alfabetización, la disminución sustantiva de recursos para la educación media y universitaria (especialmente de becas para la enseñanza superior), la reducción del programa Más Médicos (fin de la contratación de médicos cubanos) o el recorte de recursos para la Reforma Agraria y las acciones de apoyo a la agricultura familiar. Lo anterior es una consecuencia inevitable del hecho de tener actualmente un presidente que no fue electo y que, por lo tanto, no propuso ninguna agenda para ser aprobada por los ciudadanos.

Un segundo escenario que se avecina son las próximas elecciones que se realizarán en octubre de 2018. Comienza, en definitiva, la lucha política partidaria por darle continuidad y proyección a este mandato regresivo y un tanto desdibujado de Michel Temer o, por el contrario, revertir la derrota actual por un nuevo proyecto que sea capaz de aglutinar a las fuerzas progresistas en torno al liderazgo del PT que continua siendo, para bien o para mal, el principal partido de izquierda.

¿Ha sido suficiente la respuesta del PT para enfrentar el juicio político o podría haber movilizado más a sus bases para plantarse frente a Temer?

Considero que el PT no podía hacer más de lo que hizo. Resistir al proceso de impeachment en dos frentes, uno en el campo de la política parlamentaria y del debate jurídico y otro en las calles. Los militantes del PT y otros grupos contra la destitución salieron efectivamente a las calles, muchos fueron reprimidos y la prensa tampoco lo destacó demasiado, aprovechando que la mayor parte de los focos y los micrófonos estaban volcados para cubrir los Juegos Olímpicos.

Michel Temer no cuenta con mucho apoyo popular. ¿Cómo logrará sumar apoyos que validen sus políticas?

Una posibilidad para no perder el apoyo popular es que el gobierno intente mantener o más bien “reconfigurar” al menos cinco de los programas considerados emblemáticos y exitosos de las administraciones “petistas”, tales como Bolsa Familia, Minha Casa Minha Vida, Ciencia sin Fronteras, Programa Nacional de Acceso a la Enseñanza Técnica y el Empleo (Pronatec) y la Transposición del rio San Francisco.

Se sabe también que el gobierno está pensando en lanzar otros programas sociales como el denominado “Criança feliz” (Niño(a) feliz) que prevé el acompañamiento de niños y niñas de hasta 3 años cuyos padres son beneficiarios del Bolsa Familia. Además, los actuales administradores se encuentran elaborando otros proyectos para diversos grupos y sectores sociales. Por ejemplo, existe un estudio para crear pequeñas empresas incubadoras de innovación para jóvenes en asociación con empresas de mayor porte. Esto sería parte de un paquete para atender las demandas de sectores específicos.

¿Qué impresión tiene el pueblo brasileño de lo ocurrido? ¿Se puede decir que hay división social a favor y en contra del “golpe”?

Sin duda, el pueblo brasileño se encuentra dividido, aunque un porcentaje nada despreciable de la población piensa que esta es una batalla de la clase política y que no se puede hacer mucho para cambiar el curso de los acontecimientos. Eso se puede resumir en la frase típica que formulan muchas personas en la calle, de que no importa lo que sucede en Brasilia porque “igual hay que seguir trabajando”. De todas formas, considero que se viene un periodo de movilizaciones y repudio popular al nuevo gobierno de los grupos y personas más conscientes de la sociedad.

¿Qué posibilidades tiene el PT de recuperar el Gobierno en 2019 y con quién, considerando la pérdida de apoyo de Lula en los últimos meses?

Una respuesta a esta cuestión se encuentra condicionada a la capacidad que tenga el PT de reelaborar su proyecto para el país, incluso recuperando los principios que se encuentran en sus estatutos fundacionales. Si Lula será el candidato para las próximas elecciones depende de las condiciones en que el ex presidente va a salir de los procesos que se ventilan en su contra: si es declarado inocente o si es sentenciado y declarado reo, con pena de cárcel incluida. Es realmente un escenario difícil de predecir y también es difícil saber actualmente cómo el PT se va a posicionar frente a una eventual condenación y prisión del ex presidente Lula. Ello puede representar un final de ciclo del llamado “lulopetismo” como proyecto estratégico neodesarrollista de largo plazo para Brasil.

¿Cómo afectará este “golpe” al resto de los países de la región?

Viene a sumarse a una constelación de retrocesos que ha experimentado la izquierda y los sectores progresistas en América Latina. Ciertamente, los países más afectados están siendo -y serán todavía más- aquellos como Venezuela, Bolivia o Ecuador, que mantenían excelentes relaciones con los gobiernos del PT. Argentina, Colombia, Paraguay, Perú y México podrán hasta a estrechar aún más los vínculos con el gobierno Temer. Pienso que Chile y Uruguay se mantendrán en una posición más expectante y de observación del papel que asumirá Brasil dentro del contexto regional.